miércoles, 21 de mayo de 2008

Epifanía del Señor

EL MUNDO NECESITA VERDADEROS ADORADORES
"Epifanía" es una palabra griega que significa "ma¬nifestación". De ello trata la liturgia de hoy: de la manifestación, de la presentación de Jesús, recién nacido, a todos los pueblos no judíos, representados por unos magos venidos de Oriente. Y el significado de este episodio sigue siendo importante también hoy para nosotros: la salvación que Dios ofrece por Jesucristo es para todos los hombres sin excepción.
Una simple frase de unos forasteros desconcierta y preocupa a Herodes: "hemos venido a adorarlo". Ésta es la frase central del evangelio de hoy, que se amplía luego al entrar en la casa, donde encuentran "al niño con María, su madre, y postrándose, le rin¬dieron homenaje". ¿No es ésta la actitud fundamen¬tal del hombre de fe? ¡Adorar! ¡Rendir homenaje! El hombre de fe sabe que ha de adorar únicamente al Señor, a quien reconoce en todo niño indefenso y en todo necesitado. El hombre de fe no se deja impresionar por las falsas grandezas de esta sociedad: el dinero, el placer, la coima, la corrupción en todas sus formas. El mundo necesita verdaderos adoradores que sólo doblen su rodilla ante Dios, que rechacen los "ídolos" que propone la cultura moderna: el "pasarla bien", la deshonestidad como estilo de vida; los "modelos" que impone la televisión, la presión consumista... Los verdaderos adoradores -por la libertad, la paz y la alegría interior que transmiten- son ellos mismos "es¬trellas" que orientan la búsqueda de tantos hermanos que no encuentran el camino, perdidos en una vida sin sentido.
En la bella y emotiva historia de los magos venidos de Oriente, está escrita la trayectoria, la epopeya de tantos hombres y mujeres que han sido capaces de abandonar las vanas seguridades, lo que encandila y deslumbra, y se pusieron en marcha. Con esfuerzo, con tropiezos, con heroísmos y miserias encontraron el camino: la palabra misma de Dios hecha carne junto a María, su madre. Ellos han sido, son y serán el "motor" de la Iglesia y de la propia humanidad.

Amaldo Cifelli

Lectura del libro de Isaías 60,1-6¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti. Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos se han reunido, vienen hacia ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Al ver esto, te pondrás radiante de alegría; palpitará y se emocionará tu corazón, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor

Salmo (71)
R. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.- Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. / R.
- Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del gran río al confín de la tierra. / R.
- Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. / R.
- Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. / R.
La revelación del amor de Dios es una gracia que se ofrece a todos en la persona de jesús. Así todos son llamados a incorporarse al proyecto único de Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3,2-3.5-6Hermanos: Seguramente han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado a favor de ustedes. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus apóstoles y profetas: que también los otros pueblos comparten la misma herencia, son miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por medio del evangelio. Palabra de Dios. R Te alabamos, Señor.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 2,1-12Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: « ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel"». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Vayan y averigüen cuidadosamente acerca del niño y, cuando lo encuentren, avísenme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo sido advertidos en sueños, para que no volvieran adonde estaba Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

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