miércoles, 21 de mayo de 2008

Domingo I de Cuaresma -A-

EL PECADO ORIGINAL OCURRE HOY
La Iglesia, en este primer domingo de cuaresma nos recuerda la creación y la caída del hombre (primera lectura), y las tentaciones del propio Jesús (evangelio). Con ello, quiere que tomemos conciencia de nuestra condición de criaturas, frágiles y expuestas al mal. La Cuaresma es tiem¬po de humildad, de sincero reconocimiento de nuestras debilidades, de renovación de vida, de "conversión".
El pecado original es una pieza clara para armar el rompecabezas del hombre y de su historia. Sin esa pieza no se encuentra explicación a una realidad que nos golpea a todos. La Biblia no presenta "un informe policial" o una "crónica histórica" de lo que hicie¬ron Adán y Eva. El autor del Génesis utiliza imágenes muy expresivas para enseñamos que Dios creó al hombre con un cuidado especial -¡como un alfarero!- y lo destinó a ser feliz: lo puso en el Edén, en el paraíso. Pero el hombre es libre, capaz de decir "sí" o "no" a las alternativas que se le ofrecen. Fuimos creados para centrar nuestra vida en Dios, pero nos vemos tentados constantemente a olvidamos de su proyecto. Somos atraídos por el bien, pero experimentamos con igual fuerza el llamado del mal.
El pecado original ocurre hoy, en las honduras de nuestro ser. "Adán" no es un abuelito que se portó mal y nos legó las consecuencias de sus travesuras; es ese "hombre de barro" que late en todo ser humano y está siempre ex¬puesto a la tentación, a dejarse ilusionar por la "fruta prohibida", a quedar fascinado por la propuesta de "ser como dioses", a convertirse en señor ab¬soluto de sí mismo, de los demás y del mundo.

La naturaleza humana está herida, es frágil, se inclina al mal. Sin embargo, Dios es superior a nuestra fragilidad y a nuestros pecados. La contrapartida del pecado es la gracia que nos llega por Jesucristo. La grada, la fuerza de Jesucristo está en la Palabra de Dios, en la oración, en la Eucaristía, en el sacramento de la Reconciliación. Abramos confiadamente nuestro corazón al amor de Jesús, porque donde "abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rom 5,20).


Lectura del libro del Génesis 2,7-9; 3,1-7
El Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y colocó en él al hombre que había formado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos a la vista y buenos para comer; además, en medio del jardín, puso también el árbol de la vida, y el árbol del conocimiento del bien y del mal. La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: « ¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?». La mujer respondió a la serpiente: «Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en medio del jardín nos ha dicho Dios: “No coman de él ni lo toquen, bajo pena de muerte"», La serpiente replicó a la mujer: «No morirán. Bien sabe Dios que cuando ustedes coman de é se les abrirán los ojos y serán como Dios en el conocimiento del bien y el mal», la mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se cubrieron con ellas. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

Salmo (50)
R. Misericordia, Señor: hemos pecado.

- Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. / R.
- Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. / R.
- Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. / R.
- Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. / R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5,12-19
Hermanos: Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Porque, antes que hubiera ley había pecado en el mundo, el pecado no se tenía en cuenta porque no había ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una desobediencia como la de Adán, que era figura del que había de venir. Sin embargo, el don no es como el delito: si por el delito de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos. Y tampoco hay proporción entre la gracia que Dios concede y las consecuencias del pecado de uno: el proceso, a partir de un solo delito, terminó en condenación, mientras la gracia, a partir de muchos delitos, terminó en absolución. Si por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, cuánto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la salvación. En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos recibirán la salvación. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 4,1-11
En aquel tiempo, Jesús, fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Pero él le contestó, diciendo: «Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"». Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en la parte más alta del templo y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras"». Jesús le dijo: «También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"», Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto"», Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

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