RITUAL PARA LA CELEBRACIÓN DEL
MATRIMONIO
RITOS INICIALES
PRIMERA LECTURA
Lectura del
libro de Tobías 8, 4b-8
En la noche
de bodas, Tobías dijo a Sara: Levántate, mujer. Vamos a orar, pidiendo a
nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos proteja.
Ella se
levantó, y comenzaron a suplicar la protección del Señor. Tobías oró así:
Bendito seas, Dios de nuestros padres, y bendito tu nombre por siempre. Que por
siempre te alaben los cielos y todas tus criaturas. Tú creaste a Adán y le
diste a Eva, su mujer, como ayuda y apoyo.
De ellos
nació la estirpe humana. Tú dijiste: "No es bueno que el hombre esté solo;
hagámosle una ayuda semejante a él". Al casarme ahora con esta mujer, no lo
hago por impuro deseo, sino con la mejor intención. Ten misericordia de
nosotros y haz que lleguemos juntos a la vejez.
Los dos
dijeron: Amén, amén.
Palabra de Dios.
Salmo 111
Lector: Dichoso quien ama de corazón los
mandatos del Señor.
Todos: Dichoso quien ama de corazón los
mandatos del Señor.
Lector: Dichosos quien teme al Señor y ama
de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la
descendencia del justo será bendita.
Todos: Dichoso quien ama de corazón los
mandatos del Señor.
Lector: En su casa habrá riquezas y
abundancia,
su caridad
dura por siempre.
En las
tinieblas brilla como una luz
el que es
justo, clemente y compasivo.
Todos: Dichoso quien ama de corazón los
mandatos del Señor.
Lector: Dichoso el que se apiada y presta,
y administra
rectamente sus asuntos,
porque jamás
vacilará.
El recuerdo
del justo será perpetuo.
Todos: Dichoso quien ama de corazón los
mandatos del Señor.
Lector: No temerá las malas noticias,
su corazón
está firme en el Señor.
Su corazón
está seguro, sin temor,
hasta que
vea derrotados a sus enemigos.
Todos: Dichoso quien ama de corazón los
mandatos del Señor.
Lector: Reparte limosna a los pobres,
su caridad
es dura por siempre
y alzará la
frente con dignidad.
Todos: Dichoso quien ama de corazón los
mandatos del Señor.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a los Corintios 13, 4-13
Hermanos:
El amor es
paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es
indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de
la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo
lo espera, todo lo soporta.
El amor no
pasa nunca. Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán;
el conocimiento se acabará. Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente
profetizamos; mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará. Cuando
yo era
niño,
hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me
hice un hombre, acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos
como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es
ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios.
En una
palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el
amor.
Palabra de
Dios.
ALELUYA
Dios es
amor; amémonos unos a otros como Dios nos amó.
Aleluya
EVANGELIOS PARA SELECCIONAR
1) Lectura
del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a
En aquel
tiempo, al ver Jesús al gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus
discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba
diciendo:
Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados ustedes cuando les insulten y les persigan y les calumnien de cualquier modo por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en el cielo.
Palabra del
Señor.
2) Lectura del
santo evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.
Palabra del
Señor.
3) Lectura
del santo evangelio según san Mateo 7, 21. 24-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No todo el que me dice „Señor, Señor‟ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa; y se derrumbó. Y su ruina fue grande.
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.
Palabra del
Señor.
4) Lectura
del santo evangelio según san Mateo 19, 3-6
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: ¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo? Él les respondió: ¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Pues lo que
Dios ha unido que no lo separe el hombre.
Palabra del
Señor.
5) Lectura del
santo evangelio según san Mateo 22, 35-40
En aquel tiempo, un fariseo, doctor de la ley, preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley? Él le dijo: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente‟. Este mandamiento es el principal y primero.
El segundo
es semejante a él: „Amarás a tu prójimo como a ti mismo.‟ Estos mandamientos
sostienen toda la Ley y los Profetas.
Palabra del
Señor.
6) Lectura
del santo evangelio según san Marcos 10, 6-9
En aquel tiempo dijo Jesús: Al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Palabra del
Señor.
7) Lectura
del santo evangelio según san Juan 2, 1-11
En aquel
tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.
Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: No tiene vino. Jesús le dice: Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora. Su madre dice a los sirvientes: Haced lo que él diga.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: Sacad ahora y llevádselo al mayordomo. Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí
lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al esposo y le dice: Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Palabra del
Señor.
8) Lectura
del santo evangelio según san Juan 15, 9-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Palabra del
Señor.
9) Lectura
del santo evangelio según san Juan 15, 12-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé.
Palabra del
Señor.
10) Lectura
del santo evangelio según san Juan 17, 20-26
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús dijo: No sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos.
Palabra del
Señor.
Homilía
Rito propio del matrimonio
Queridos
hermanos:
Estamos
aquí, junto al altar, para que Dios garantice con su gracia su voluntad de
contraer Matrimonio ante el ministro de la Iglesia y la comunidad cristiana
ahora reunida. Cristo bendice copiosamente su amor conyugal, y él, que os
consagró un día
con el santo
Bautismo, os enriquece hoy y os da fuerza con un Sacramento peculiar para que
os guardéis mutua y perpetua fidelidad y podáis cumplir las demás obligaciones
del Matrimonio. Por tanto, ante esta asamblea, os pregunto sobre vuestra
intención.
ESCRUTINIO
Sacerdote:
N. y N., ¿venís a contraer Matrimonio sin ser coaccionados, libre y
voluntariamente?
Contrayentes:
Sí, venimos libremente.
Sacerdote:
¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida
propio del Matrimonio, durante toda la vida?
Contrayentes:
Sí, estamos decididos.
La
siguiente pregunta puede omitirse si las circunstancias lo aconsejan,
por
ejemplo, si los novios son de edad avanzada:
Sacerdote:
¿Estáis dispuestos a recibir de Dios responsable y
amorosamente
los hijos, y a educarlos según la ley
de Cristo y
de su Iglesia?
Contrayentes:
Sí, estamos dispuestos.
CONSENTIMIENTO
El sacerdote
los invita a expresar su consentimiento:
Así, pues,
ya que queréis contraer santo Matrimonio, unan
Sus manos, y
manifestad su consentimiento ante Dios y su Iglesia.
Fórmula 1ª)
El esposo: Yo, N., te recibo a ti, N., como
esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la
adversidad, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.
La esposa: Yo, N., te recibo a ti, N., como
esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la
adversidad, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.
CONFIRMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO
Luego el
sacerdote que recibe el consentimiento dice a los esposos:
El Señor
confirme con su bondad este consentimiento vuestro
que habéis
manifestado ante la Iglesia
y os otorgue
su copiosa bendición.
Lo que Dios
ha unido, que no lo separe el hombre.
Bendigamos
al Señor.
Todos: Demos
gracias a Dios.
BENDICIÓN Y
ENTREGA DE LOS ANILLOS
El sacerdote
dice:
El Señor
bendiga ☩ estos anillos que vais a entregaros uno al otro
en señal de
amor y de fidelidad.
El sacerdote puede asperjar los
anillos y los entrega a los esposos.
El esposo
introduce en el dedo anular de la esposa el anillo, diciendo:
N., recibe
esta alianza, en señal de mi amor y fidelidad a ti.
En el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
La esposa
introduce en el dedo anular del esposo el anillo, diciendo:
N., recibe
esta alianza, en señal de mi amor y fidelidad a ti.
En el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
BENDICIÓN Y ENTREGA DE LAS ARRAS
El sacerdote
dice:
Bendice ☩ Señor, estas
arras,
que N. y N.
se entregan,
Y derrama
sobre ellos la abundancia de tus bienes.
Todos: Amén.
El esposo toma las arras y las entrega
a la esposa diciendo:
N., recibe
estas arras como prenda de la bendición de Dios
y signo de
los bienes que vamos a compartir.
La esposa
igualmente las entrega al esposo diciendo:
N., recibe
estas arras como prenda de la bendición de Dios
y signo de
los bienes que vamos a compartir.
A continuación, el sacerdote,
extendiendo sus manos sobre los esposos,
los bendice diciendo:
El Señor os
llene de la dulzura de su temor
y os fecunde
con el germen de la santidad.
Todos: Amén.
Vuestra vida
exhale la fragancia y la pureza de las buenas obras
para que
vuestro corazón se eleve siempre al cielo.
Todos: Amén.
Conservad
con el favor divino
las arras
que uno a otro os vais a ofrecer
para que,
más estrechamente unidos de corazón por esta prenda,
tengáis una
descendencia siempre virtuosa.
Todos: Amén.