miércoles, 28 de junio de 2017

Domingo XIII del Tiempo Ordinario - A

Es un hombre santo de Dios; se retirará aquí.

LECTURA DEL SEGUNDO LIBRO DE LOS REYES 4, 8-11. 14-16a

Pasó Eliseo un día por Sunén. Vivía allí una mujer principal que le insistió en que se quedase a comer; y, desde entonces, se detenía allí a comer cada vez que pasaba.
Ella dijo a su marido:
«Estoy segura de que es un hombre santo de Dios el que viene siempre a vernos. Construyamos en la terraza una pequeña habitación y pongámosle arriba una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que cuando venga pueda retirarse».
Llegó el día en que Eliseo se acercó por allí, y se retiró a la habitación de arriba, donde se acostó.
Entonces se preguntó Eliseo:
«¿Qué podemos hacer por ella?».
Respondió Guejazi, su criado:
«Por desgracia no tiene hijos, y su marido es ya anciano».
Eliseo ordenó que la llamase. La llamó y ella se detuvo a la entrada.
Eliseo le dijo:
«El año próximo, por esta época, tú estarás abrazando un hijo».
                                                                                                                                   Palabra de Dios.
Salmo 88, 2-3. 16-17. 18-19

R. CANTARÉ ETERNAMENTE LAS MISERICORDIAS DEL SEÑOR.

Cantaré eternamente las  misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por  todas las edades.
Porque dije: "Tu  misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has  afianzado tu fidelidad." R.

Dichoso el pueblo que sabe  aclamarte:
camina, oh Señor, a la luz  de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R.

Porque tú eres su honor y su  fuerza,
y con tu favor realzas  nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro  escudo,
y el Santo de Israel nuestro  rey. R.

Sepultados con él por el bautismo, andemos en una vida nueva

LECTURA DE LA CARTA A LOS ROMANOS 6,3-4.8-11

Hermanos:
Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios.
Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
ALELUYA 1 P 2, 9

Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada; proclamad las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa.

EVANGELIO

El que no carga con la cruz no es digno de mí; el que les recibe a ustedes me recibe a mí.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 10,37-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí.
El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que les recibe a ustedes me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad les digo que no perderá su recompensa».

                                                                                                                                   Palabra del Señor.

Comentario al Evangelio.


Personajes:

Mateo habla aquí de cuatro grupos de personas: ustedes (= apóstoles), los profetas, los justos y los pequeños que componen su comunidad.

Jesús es señal de contradicción, una causa de discordia y de división.

Para ello hace referencia a las relaciones familiares.  En la cultura en la que vivieron Jesús y los primeros cristianos la obediencia del hijo al padre, de la hija a la madre y de la nuera a la suegra eran la base de la organización familiar, esta era poco menos que sagrada. Jesús afirma que por encima de la familia hay otros valores.

La suerte de perder la propia identidad

Aquí se plantea la alternativa de tener que elegir entre Jesús y la propia familia, entre Jesús y la propia seguridad, entre conservar la vida o perderla por él. Por tres veces se repite el estribillo "no es digno de mí". De hecho es una alternativa dolorosa y arriesgada romper con las propias seguridades. Esta exigencia  viene simbolizada en la actitud de tomar la cruz y seguir a Jesús. Finalmente, propone un cambio en la escala de valores de los discípulos: conservar la vida o perderla y perderla por él es conservarla. Jesús nos invita a seguir su ejemplo, a entregarnos cómo él y alcanzar así una vida en plenitud.

El mensaje de Jesús es claro: salir de sobre el cual estaban apoyados nuestros pies para apoyarnos en su seguimiento teniendo como señal el conflicto y la cruz. ..."El nos dio el ejemplo para que sigamos sus huellas. El quiere asociar a su sacrificio redentor a aquellos mismos que son sus primeros beneficiarios. Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor." Santa Rosa de Lima dirá: "fuera de la cruz no hay otra escala por donde subir al cielo" (CEC 618). San Francisco de Asís: "Tomad vuestros cuerpos y cargad con su santa cruz / y seguid hasta el fin sus santísimos preceptos (OfP 7,8; 15,13)

"El que conserve su vida la perderá, y el que la pierda por mí, la conservará". Conservar la vida es llevarla según nuestros intereses personales, es desinteresarse de los demás. Perder la vida por él, en cambio, es jugárselo sin demasiados cálculos oportunistas, arriesgar todo; gastar sin reservas; darse apasionadamente; estar dispuesto a perder todo por una causa digna.

La familia no es intocable

Hay muchos cristianos - sobre todo sacerdotes y obispos - que defienden la familia en abstracto, sin detenerse a reflexionar sobre el contenido de un proyecto familiar entendido y vivido desde el Evangelio. La familia se entiende de maneras muy diversas en la realidad. Hay familias abiertas al servicio de la sociedad, que enseñan solidaridad, son liberadoras. Otras son replegadas, egoístas, opresoras. Lo decisivo no es la familia de carne sino la gran familia del Reinado de Dios Padre.

El signo de la hospitalidad

El discurso misionero, que en su comienzo nos presenta la misión como un ir entre lobos, se cierra con un benéfico vaso de agua, que no quedará sin recompensa.
En un mundo lleno de grupos enfrentados, tanto políticos, sociales y religiosos..., es importante la llamada evangélica a la acogida. Acoger es abrir las puertas de nuestro hogar, dar algo de nuestro tiempo, de nuestros bienes y de nuestra amistad.
Se trata de ser un ejército pacífico de voluntarios que trabajan de manera gratuita y callada en los mil rincones de este mundo, sólo porque les nace del corazón estar junto a los que sufren, a los caídos, a los abandonados. Según san Francisco de Asís se trata de "amar a los que Cristo ama" 2C.
"El voluntario no ha pintado un cuadro, no ha hecho una escultura, no ha inventado una música, no ha escrito un poema, pero ha hecho una obra de arte con sus horas libres". Gloria Fuertes. 



martes, 13 de junio de 2017

San Antonio de Padua

PRIMERA LECTURA 
En nada tuve la riqueza en comparación de la Sabiduría 

Lectura del libro de la Sabiduría 7, 7-14. 
Pedí y se me concedió la prudencia; supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría. Y la preferí a los cetros y tronos, y en nada tuve la riqueza en comparación de ella. Ni a la piedra más preciosa la equiparé, porque todo el oro a su lado es un puñado de arena y barro parece la plata en su presencia. La amé más que la salud y la hermosura, y quise que fuera, más que otra, la luz que me alumbrara, porque la claridad que de ella nace no conoce noche. Con ella me vinieron a la vez todos los bienes, me trajo en sus manos riquezas incalculables. Y yo me regocijé con todos estos bienes porque la Sabiduría me los traía, aunque ignoraba que ella fuese su madre. Con sencillez la aprendí y sin envidia la comunico; no me guardo ocultas sus riquezas porque es para los hombres un tesoro inagotable y los que la adquieren se granjean la amistad de Dios recomendados a él por los dones que les trae la instrucción.

                                                                                 Palabra de Dios

Salmo responsorial Sal 39, 3-4. 10-11. 17. 

V/. He proclamado tu lealtad, Señor. 

Asentó mis pies sobre la roca, consolidó mis pasos. Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad, ante la gran asamblea. Alégrense y gocen conmigo, todos los que te buscan; digan siempre: «Grande es el Señor», los que desean tu salvación. 

SEGUNDA LECTURA 

Realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia Cristo 

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 4, 7-15. 

Hermanos: A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: «Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres». El «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de los cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados al retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo. 

Aleluya 
Aleluya, aleluya. 
La lengua del justo es plata selecta y los labios del justo alimentan a muchos. Aleluya. 

EVANGELIO 
Proclamad el Evangelio a toda la creación 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 16, 15-20. 

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once, y les dijo: –Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos. El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.                           Palabra del Señor

De los sermones de san Antonio de Padua (I, 16) 

La palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras 

El que está lleno del Espíritu Santo habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son los diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia, que son las palabras con que hablamos cuando los demás pueden verlas reflejadas en nuestra conducta. La palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras. Cesen, por favor, las palabras y sean las obras quienes hablen. Estamos repletos de palabras, pero vacíos de obras, y, por esto, el Señor nos maldice como maldijo aquella higuera en la que no halló fruto, sino hojas tan sólo. «La norma del predicador –dice san Gregorio– es poner por obra lo que predica». En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana el que la contradice con sus obras. Pero los apóstoles hablaban según el Espíritu les sugería. ¡Dichoso el que habla según le sugiere el Espíritu Santo y no según su propio sentir! Porque hay algunos que hablan movidos por su propio espíritu, roban las palabras de los demás y las proponen como suyas, atribuyéndoselas a sí mismos. De estos tales y de otros semejantes dice el Señor por boca de Jeremías: Aquí estoy yo contra los profetas que se roban mis palabras uno a otro. Aquí estoy yo contra los profetas –oráculo del Señor– que manejan la lengua para echar oráculos. Aquí estoy yo contra los profetas de sueños falsos –oráculo del Señor–, que los cuentan para extraviar a mi pueblo, con sus embustes y jactancias. Yo no los mandé ni los envié, por eso, son inútiles a mi pueblo –oráculo del Señor–. Hablemos, pues, según nos sugiera el Espíritu Santo, pidiéndole con humildad y devoción que infunda en nosotros su gracia, para que completemos el significado quincuagenario del día de Pentecostés, mediante el perfeccionamiento de nuestros cinco sentidos y la observancia de los diez mandamientos, y para que nos llenemos de la ráfaga de viento de la contrición, de manera que, encendidos e iluminados por los sagrados esplendores, podamos llegar a la contemplación del Dios uno y trino. 

jueves, 1 de junio de 2017

San Justino, mártir


San Justino, mártir, es el Padre apologista griego más importante del siglo II y una de las personalidades más nobles de la literatura cristiana primitiva. Nació en Palestina, en Flavia Neápolis, la antigua Siquem. De padres paganos y origen romano, pronto inició su itinerario intelectual frecuentando las escuelas estoica, aristotélica, pitagórica y platónica. La búsqueda de la verdad y el heroísmo de los mártires cristianos provocaron su conversión al cristianismo. Desde ese momento, permaneciendo siempre laico, puso sus conocimientos filosóficos al servicio de la fe.

Llegó a Roma durante el reinado de Marco Aurelio (138-161) y allí fundó una escuela, la primera de filosofía cristiana. Según su discípulo Taciano, a causa de las maquinaciones del filósofo cínico Crescente, tuvo que comparecer ante el Prefecto de la Urbe y, por el solo delito de confesar su fe, fue condenado con otros seis compañeros a muerte, probablemente en el año 165.

De sus variados escritos, sólo conservamos dos Apologías, escritas en defensa de los cristianos, dirigidas al emperador Antonino Pío; y una obra titulada Diálogo con el judío Trifón, donde defiende la fe cristiana de los ataques del judaísmo. En esta obra relata autobiográficamente su conversión. En las Apologías, admira en su exposición el profundo conocimiento de la religión y mitología paganas—que se propone refutar—y de las doctrinas filosóficas más en boga; cómo intenta utilizar cuanto de aprovechable encuentra en el bagaje cultural del paganismo; su valentía para anunciar a Cristo—sabiendo que se jugaba la vida—y su capacidad de ofrecer los argumentos racionales más adecuados a la mentalidad de sus oyentes. Conociendo que la Verdad es sólo una y que reside en plenitud en el Verbo, San Justino sabe descubrir y aprovechar los rastros de verdad que se encuentran en los más grandes filósofos, poetas e historiadores de la antigüedad; llega a afirmar en su segunda apología que cuanto de bueno está dicho en todos ellos nos pertenece a nosotros los cristianos. 58


De las Actas del martirio de san Justino y compañeros
Sigo las verdaderas doctrinas de los cristianos

Apresados los santos, fueron conducidos ante el prefecto de Roma, de nombre Rústico. Llegados ante el tribunal, ­el prefecto Rústico dijo a Justino:
«Ante todo cree en los dioses y obedece a los emperadores».
Justino contestó:
«El hecho de que obedezcamos los preceptos de nuestro ­Salvador Jesucristo no puede ser objeto ni de acusación ­ni de detención».
Rústico replicó:
«¿Qué doctrinas profesas?»
Justino dijo:
«Me he esforzado por conocer todas las doctrinas, y sigo las verdaderas doctrinas de los cristianos aunque desagrade a aquellos que son presa de sus errores».
Rústico replicó:
«¿Estas doctrinas te agradan a ti, desgraciado?»
Justino contestó:
«Sí, porque profeso la verdadera doctrina siguiendo a los cristianos».
Rústico preguntó:
«¿Qué doctrinas son ésas?»
Justino contestó:
«Adoramos al Dios de los cristianos, que es uno, y creador y artífice de todo el universo, de las cosas visibles e invisibles; creemos en nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios, anunciado por los profetas como el que había de venir al género humano, mensajero de salvación y maestro de insignes discípulos. Yo soy un hombre indigno para poder hablar adecuadamente de su infinita divinidad; reconozco que para hablar de él es necesaria la virtud profética, pues fue profetizado, como te dije, que éste de quien he hablado, es el Hijo de Dios. Yo sé que los profetas que vaticinaron su venida a los hombres recibían su inspiración del cielo».
Rústico preguntó:
«¿Luego tú eres cristiano?»
Justino respondió:
«Sí, soy cristiano».
El prefecto dijo a Justino:
«Escucha, tú que te las das de saber y conocer las verdaderas doctrinas; si después de azotado mando que te corten la cabeza, ¿crees que subirás al cielo?»
Justino contestó:
«Espero que entraré en la casa del Señor si soporto todo lo que tú dices; pues sé que a todos los que vivan rectamente les está reservada la recompensa divina hasta el fin de los siglos».
El prefecto Rústico preguntó:
«Así, pues, ¿te imaginas que cuando subas al cielo recib­irás la justa recompensa?»
Justino contestó:
«No me lo imagino, sino que lo sé y estoy cierto».
El prefecto Rústico dijo:
Vamos al asunto que nos interesa y nos apremia. Poneo­s de acuerdo y sacrificad a los dioses».
Justino respondió:
«Nadie, a no ser por un extravío de su razón, pasa de piedad a la impiedad».
Rústico replicó:
«Si no hacéis lo que os mandamos, seréis torturados sin misericordia».
Justino contestó:
Es nuestro deseo más ardiente el sufrir por amor de nuestro Señor Jesucristo, para ser salvados. Este sufrimiento nos dará la salvación y la confianza ante el tribunal ­de nuestro Señor y Salvador, que será universal y más terrible que éste».
Igualmente, los otros mártires dijeron:
«Haz lo que quieras; somos cristianos y no sacrificaremos a los ídolos».
El prefecto Rústico pronunció la sentencia, diciendo:
«Por no haber querido sacrificar a los dioses ni obede­cer la orden del emperador, que sean azotados y condu­cidos al suplicio, para sufrir la pena capital de acuerdo con las leyes».
Los santos mártires, glorificando a Dios, fueron conducidos al lugar acostumbrado; allí fueron decapitados y consumaron su martirio en la confesión de nuestro Señor Jesucristo.

Oración

Señor, tú que has enseñado a San Justino a encontrar en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Cristo, concédenos, por intercesión de tu mártir, la gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos firmes en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo.

La verdadera sabiduría (Diálogo con Trifón, 1-8)

Una mañana que paseaba bajo los porches del gimnasio, se cruzó conmigo cierto sujeto: 
—¡Salud, filósofo!, me dijo. 
Y a la vez que saludaba, se dio la vuelta y se puso a pasear a mi lado, y con él también sus amigos. Yo le devolví el saludo: 
—¿Qué ocurre?, le contesté. 
—Me enseñó en Argos Corinto el socrático — respondió — que no se debe descuidar a los que visten hábito como el tuyo, sino, ante todo, mostrarles estima y buscar conversación con el fin de sacar algún provecho, pues, aun en el caso de que saliese beneficiado sólo uno de los dos, ya sería un bien para ambos. Por eso, siempre que veo a alguien con este hábito, me acerco a él con gusto. También los que me acompañan esperan oír de ti algo de provecho... 
—¿Y quién eres tú, oh el mejor de los mortales?, le repliqué, bromeando un poco. 
Entonces me indicó, sencillamente, su nombre y su raza: 
—Mi nombre es Trifón, y soy hebreo de la circuncisión que, huyendo de la guerra recientemente finalizada, vivo en Grecia, la mayor parte del tiempo en Corinto. 
—¿Y cómo—le respondí—puedes sacar más provecho de la filosofía que de tu propio legislador y de los profetas? 
—¿No tratan de Dios—me replicó—los filósofos en todos sus discursos y no versan sus disputas sobre su unicidad y providencia? ¿Y no es objeto de la filosofía investigar acerca de Dios? 
—Ciertamente—le dije—, y ésa es también mi opinión; pero la mayoría de los filósofos ni se plantean siquiera el problema de si hay un solo Dios o muchos, ni si tiene o no providencia de cada uno de nosotros, pues opinan que semejante conocimiento no contribuye para nada a nuestra felicidad (...). 
Entonces él, sonriendo, dijo cortesmente: 
—Y tú ¿qué opinas de esto, qué piensas de Dios y cuál es tu filosofía? 
—Te diré lo que me parece claro, respondí. La filosofía, efectivamente, es en realidad el mayor de los bienes y el más precioso ante Dios, a quien nos conduce y recomienda 1. Y santos, en verdad, son aquellos que a la filosofía consagran su inteligencia. Sin embargo, qué es en realidad y por qué fue enviada a los hombres, es algo que escapa a la mayoría de la gente; pues siendo una ciencia única, no habría platónicos, ni estoicos, ni peripatéticos, ni teóricos, ni pitagóricos (...). 
(Al llegar a este punto, Justino explica a sus interlocutores cómo fue pasando por diversas escuelas filosóficas en busca de la sabiduría, pero ninguna le satisfizo). 
Con esta disposición de ánimo, determiné un día refugiarme en la soledad y evitar todo contacto con los hombres. Me dirigí a cierto paraje, no lejos del mar. Cerca ya del lugar, me seguía a poca distancia un anciano de aspecto venerable. Me di la vuelta y clavé los ojos en él. 
—¿Es que me conoces?, preguntó. 
Contesté que no. 
—Entonces, ¿por qué me miras de esa manera? 
—Estoy maravillado—dije—de que hayas venido a parar a este mismo lugar, donde no esperaba encontrar a hombre alguno. 
—Ando preocupado—repuso él—por unos parientes míos que están de viaje. 
He venido a mirar si aparecen por alguna parte. Y a ti—concluyó—¿qué te trae por acá? 
—Me gusta—le dije—pasar así el rato: puedo conversar conmigo mismo sin estorbo. Para quien ama la meditación no hay parajes tan propios como éstos. 
—Luego, ¿eres amigo de la idea y no de la acción y de la verdad? ¿Cómo no tratas de ser más bien un hombre práctico y no sofista? 
—¿Y qué mayor bien hay—le repliqué—que demostrar cómo la idea lo dirige todo y, concebida en nosotros y dejándonos conducir por ella, contemplar el extravío de los demás y que en nada de sus ocupaciones hay algo sano y grato a Dios? Sin la filosofía y la recta razón no es posible que haya prudencia (...). 
(El relato continúa con las más variadas preguntas del anciano acerca de la inmortalidad del alma, sus capacidades, la relación de las criaturas con Dios... 
Justino intenta responder, pero llega un momento en el que comprende que los filósofos no son capaces con la sola razón de dar cuenta de todos los interrogantes que se plantean los hombres.) 
—Entonces—volví a replicar—, ¿a quién vamos a tomar por maestro o de donde podemos sacar provecho, si ni en éstos, como en Platón o en Pitágoras, se halla la verdad? 
—Existieron hace mucho tiempo—me contestó el viejo—unos hombres más antiguos que todos éstos tenidos por filósofos; hombres bienaventurados, justos y amigos de Dios, que hablaron por inspiración divina; y divinamente inspirados predijeron el porvenir, lo que justamente se está cumpliendo ahora: son los llamados profetas.
Éstos son los que vieron y anunciaron la verdad a los hombres, sin temer ni adular a nadie, sin dejarse vencer de la vanagloria; sino, que llenos del Espíritu Santo, sólo dijeron lo que vieron y oyeron. Sus escritos se conservan todavía y quien los lea y les preste fe, puede sacar el más grande provecho en las cuestiones de los principios y fin de las cosas y, en general, sobre aquello que un filósofo debe saber. 
No compusieron jamás sus discursos con demostración, ya que fueron testigos fidedignos de la verdad por encima de toda demostración. Por lo demás, los sucesos pasados y actuales nos obligan a adherirnos a sus palabras. También por los milagros que hacían es justo creerles, pues por ellos glorificaban a Dios Hacedor y Padre del Universo, y anunciaban a Cristo Hijo suyo, que de Él procede. En cambio, los falsos profetas, llenos del espíritu embustero e impuro, no hicieron ni hacen caso, sino que se atreven a realizar ciertos prodigios para espantar a los hombres y glorificar a los espíritus del error y a los demonios. 
Ante todo, por tu parte, ruega para que se te abran las puertas de la luz, pues estas cosas no son fáciles de ver y comprender por todos, sino a quien Dios y su Cristo concede comprenderlas. 
Esto dijo y muchas otras cosas que no tengo por qué referir ahora. Se marchó y después de exhortarme a seguir sus consejos, no le volví a ver jamás. Sin embargo, inmediatamente sentí que se encendía un fuego en mi alma y se apoderaba de mí el amor a los profetas y a aquellos hombres que son amigos de Cristo y, reflexionando sobre los razonamientos del anciano, hallé que ésta sola es la filosofía segura y provechosa. 
De este modo, y por estos motivos, yo soy filósofo, y quisiera que todos los hombres, poniendo el mismo fervor que yo, siguieran las doctrinas del Salvador. Pues hay en ellas un no sé qué de temible y son capaces de conmover a los que se apartan del recto camino, a la vez que, para quienes las meditan, se convierten en dulcísimo descanso. 
Ahora bien, si tú también te preocupas algo de ti mismo y aspiras a tu salvación y tienes confianza en Dios, como a hombre que no es ajeno a estas cosas, te es posible alcanzar la felicidad, reconociendo a Cristo e iniciándote en sus misterios

  CELEBRAMOS LA NAVIDAD EN NUESTRA INSTITUCIÓN EDUCATIVA   I.                      DATOS INFORMATIVOS:   1.1. INSTITUCION EDUCATI...