miércoles, 21 de mayo de 2008

Domingo II de Cuaresma

LA GLORIA A LA QUE ESTAMOS LLAMADOS
La liturgia nos muestra hoy la hermosa meta de nuestro peregrinar. Así como el domingo pasado nos vimos retratados en la caída de Adán y Eva y en las tentaciones de Jesús, hemos de vemos retratados en Jesús transfigurado. Allí preanuncia la gloria de la resurrección que conquistó para todos sus hermanos. La transfiguración quiere fortalecer nuestra fe y alentar nuestra esperanza mostrándonos la gloria a la que estamos llamados.
Pedro contempló unos instantes la gloria divina de Jesucristo y se entusiasmó de inmediato: "Señor, qué bien se está aquí". Quiso instalarse en aquel momento de dicha: "haré tres carpas". Sin embargo, Jesús sabía que para llegar a la Resurrección hay que pasar por la Pasión: "levántense", les dice. He aquí el fondo de la cuestión: esa gloria supone esfuerzo y trabajo, significa participar de la misión de Jesús construyendo el reino de Dios en medio de los hombres.

Hoy también Jesús nos ordena levantamos de nuestra comodidad -y muy frecuentemente, de nuestra mediocridad-, y a partir, como Abraham en la primera lectura. Es decir, a comprometemos en la construcción de una sociedad más humana y más cristiana.
¿Somos capaces de levantamos y partir? Cada uno sabe de dónde se tiene que levantar. Cada uno sabe qué lo detiene. La Cuaresma es tiempo de revisión, de "pulir" y renovar nuestra vida. Afrontémoslo con confianza. Contamos para ello con la fortaleza de Dios. Se la pedimos con las palabras s del salmo: "que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti".

Lectura del libro del Génesis 12,1-4a
En aquellos días, el Señor dijo a Abram: «Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, que será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo», y se puso Abram en camino, como se lo había ordenado el Señor.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

Salmo (32) "
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

- La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él "ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. / R.
- Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. /R.
- Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. /R.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1,8-10
Querido hermano: Toma parte n los duros trabajos del Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios. El nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemo¬rial, Dios dispuso damos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1 7,1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y E lías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres carpas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto, escúchenlo». Al oírlo, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levántense, no teman». Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No cuenten a nadie esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

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