miércoles, 21 de mayo de 2008

Domingo III del Tiempo Ordinario - A-

El ENCUENTRO CON CRISTO NOS CAMBIA LA VIDA
Estamos en el comienzo de la vida pública de Jesús. San Mateo ve en Jesús la realización de una importante profecía de Isaías: él es la Luz que brilla sobre el pueblo que habita en tinieblas. Y comienza con este mensaje programático: “Conviér¬tanse, porque está cerca el reino de los cielos". El reino que se hace presente con Jesús es un reino de verdad, de vida, de justicia, de paz, de gracia y amor. Es, en palabras de Juan Pablo II, “el reino de la prioridad de la ética sobre la técnica, de la supremacía de la persona sobre las cosas, de la superioridad del espíritu sobre la materia” (Redemptor hominis, 16).
Jesús predica la conversión. El cambio que Jesús nos pide, es ir cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es cambiar “de la noche a la mañana", sino encontramos con ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No es dejar de vivir, sino sentirse más vivo que nunca. Descubrir el sentido de nuestra propia vida. Lo que cambia la mente y el corazón del hombre, y le hace dejar inmediatamente su pasado, es el encuentro con Jesús.
Finalmente, hemos de recordar que la luz de Cristo y de su Iglesia llega a los hombres a través nuestro, de nuestro testimonio de vida. Si escondemos nuestra luz, si no somos testigos transparentes, la luz de Cristo no llegará a nadie. Hoy nuestra misión se refleja en la imagen de la luz: ser luz, como Jesús, para cuantos andan en tinieblas.

Un gran teólogo del siglo XX, el dominico Ives Congar, escribía: “Cada día Cristo me llama, cada día me impide detenerme: su palabra y su ejemplo me arrancan de la tendencia intuitiva que me retendría pegado a mí mismo, a mis costumbres, a mi egoísmo. Todos los días le pido que tenga conmigo la misericordia de no dejarme sentado en mi tranquilidad".

Lectura del libro de Isaías 8,23b-9,3
En otro tiempo el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí; pero en el futuro llenará de gloria el camino del mar, más allá del jordán, en la región de los paganos. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; a los que habitaban tierra de sombras, una luz les brilló. Hiciste grande la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al cosechar, como se alegran al repartirse el botín. Porque como hiciste el día de Madián, has roto el yugo que pesaba sobre ellos, la vara que castigaba sus espaldas, el látigo del opresor que los hería. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

Salmo (26)
R. El Señor es mi luz y mi salvación.

- El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? / R.
- Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. / R.
- Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. / R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,10-13.17
Hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo les ruego que se pongan de acuerdo y no haya divisiones entre ustedes. Vivan en armonía con un mismo pensar y sentir. Hermanos, me he enterado por los de la familia de Cloe que hay discordias entre ustedes. Y por eso les hablo así, porque andan divididos, diciendo: Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo. ¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por ustedes? ¿Han sido bautizados en nombre de Apolo? Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabios discursos, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 4,12-23
Al enterarse Jesús que habían encarcelado a Juan, se dirigió a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló». Entonces comenzó jesús a predicar diciendo: «Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos». Caminando a orillas del marde Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, ya Andrés, su hermano, que estaban echando la red, pues eran pescadores. Les dijo: «Vengan, síganme y los haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca reparando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

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