viernes, 20 de julio de 2018

Domingo XVI del Tiempo Ordinario - B


Lectura del libro de Jeremías 23, 1-6

Ay de los pastores que dispersan y extravían las ovejas de mi rebaño —oráculo del Señor—.
Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: «A los pastores que pastorean mi pueblo: Ustedes dispersaron a mis ovejas, las expulsaron, no las guardaron; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de sus acciones —oráculo del Señor—.
Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países a donde las expulsé, y las volveré a traer a sus pastos, para que crezcan y se multipliquen.
Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá —oráculo del Señor—.
Miren que llegan días  —oráculo del Señor— en que suscitaré a David un retoño legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro.
Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia».
                                                                         Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios   2, 13-18

Hermanos:

Ahora están en Cristo Jesús.
Ahora, por la sangre de Cristo, están cerca los que antes estaban lejos.
Él es nuestra paz.
Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio.
Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo.
Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio.
Vino y trajo la noticia de la paz: paz a ustedes, los de lejos; paz también a los de cerca.
Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
                                                                            Palabra de Dios.

+ Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 30-34

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
—«Vengan ustedes solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo a pie a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
                                                                            Palabra del Señor.

¿QUIÉNES SON PASTORES?


Esta semana se nos habla de Pastores.  Y también de pastores, porque pastor es todo el que tiene a su cargo un rebaño, por más pequeño que sea.  Pastor es el Obispo de una Diócesis.  Pero pastores son también el padre y la madre de familia.  Y el maestro en una escuela.  Y el jefe de una oficina.  Y, muy especialmente, el gobernante de una nación.
Y a través del Profeta Jeremías (Jer. 23, 1-6)  Dios se muestra muy severo con los malos pastores:  “Ustedes han rechazado y dispersado a mis ovejas y no las han cuidado.  Yo me encargaré de castigar las malas acciones de ustedes”.  Bien fuerte, ¿no?  A prepararse los malos pastores con lo que les caerá.  Sean padres o madres.  Maestros o jefes de oficina. Obispos o gobernantes.
El Señor es mi Pastor, nada me falta”, cantamos en el Salmo 22, favorito de muchos.  Y es así, porque con Cristo nada nos falta.  Y, aunque pasemos momentos difíciles y oscuros, nada hay que temer, porque El va guiándonos y apaciguándonos.
Jesús es el Buen Pastor.  Y ¿cómo cuida de sus ovejas?  El Evangelio nos dice que las atiende, las busca si se pierden, las cura si se enferman, las carga en sus hombros para regresarlas al redil, se alegra cuando encuentra a la perdida, etc. etc.
Jesús es el Buen Pastor.  Y primero cuida del pequeño rebaño más cercano a El.  Son los Apóstoles, a quienes hace pastores del gran rebaño, de su Iglesia.  Por eso cuando los envió por primera vez a misionar, de regreso los invita con El “a un lugar solitario, para que descansen un poco” (Mc. 6, 30-34).
Pero ¡ojo! que eso no es sólo para los Obispos, Sacerdotes y Monjas.  Porque… es que todos somos apóstoles, pues Cristo nos ha encargado llevar la Palabra de Dios a todo el que pueda recibirla.  Y eso es ser apóstol.  Eso es evangelizar.
Pero, ¿dónde vamos a encontrar los evangelizadores de hoy ese lugar solitario para descansar un poco?  ¿Dónde?  En la oración.  Esos lugares son todos aquellos momentos en que el Señor nos llama a orar y a estar con El a solas para descansar en El y para dejarnos instruir por El.
En efecto, no puede haber una verdadera y eficaz evangelización sin esos momentos de intimidad con Jesús, en los que nos renovamos física, emocional y espiritualmente.  No puede haber una verdadera y eficaz evangelización sin esos momentos de silencio en los que profundizamos la Palabra de Dios, para irla internalizando y haciéndola vida en nosotros.  Sólo así podremos comunicarla a los que quieran escuchar.
Jesús es el Buen Pastor.  Y, además de escoger, entrenar y cuidar a sus pastores, también se ocupa directamente de sus ovejas.  Nos dice el Evangelio que, a pesar de que Jesús trató de irse en una barca a un lugar solitario con sus Apóstoles, la gente les ganó la carrera por tierra y llegaron primero que ellos al otro lado.  Y Jesús viendo “una numerosa multitud que lo estaba esperando, se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles largamente”.
El Señor nos quiere enseñar.  El Señor nos quiere hacer descansar.  El Señor nos quiere preparar.  ¿Cómo quiere hacerlo?  En la oración.  En la oración de recogimiento.  En la oración en soledad.  Aprovechemos al Señor en esos momentos, para luego poder comunicar lo recibido a los demás.  Así podremos cuidar el rebaño, cualquier que sea el que nos hayan asignado.

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