Hazte pequeño, y alcanzarás el favor de Dios
Lectura del libro del
Eclesiástico 3, 17-24
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad, y te querrán más que al hombre generoso.
Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes.
No pretendas lo que es demasiado difícil para ti, no investigues lo que supera tus fuerzas; atiende a lo que te han encomendado, y no te preocupes por lo profundo y escondido; no te preocupes por lo que te excede, aunque te enseñen cosas que te desbordan; ¡son tan numerosas las opiniones de los hombres!; y sus locas fantasías los extravían.
Palabra de Dios
Salmo responsorial Sal 15, 1-2a y 5.7-8.11
R. El Señor es el lote de mi heredad .
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: "Tú eres mi bien".
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente la Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.
Corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8-14
Hermanos:
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal ganar a Cristo, y existir en él, no con una justicia
mía de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia
que viene de Dios, y se apoya en la fe.
Para conocerlo a él, y la fuerza de su
resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
No es que haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una
cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios
Aleluya St 1,18
Aleluya, aleluya.
El Padre, por propia iniciativa, con la palabra de la
verdad, nos engendró,
para que seamos como la primicia de sus criaturas.
Aleluya
El grano de mostaza se hace un arbusto,
y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.
Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 13, 31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la gente:
"El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta, aunque es la más pequeña de las semillas, cuando
crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas".
Les dijo otra parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente».
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada.
Así se cumplió el oráculo del profeta:
"Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la creación del mundo".
Palabra del Señor.
Reflexión
Los santos son las personas que han realizado el ideal del
Evangelio en los tiempos y en las circunstancias que les tocó vivir. Las
razones que han movido a la Iglesia a venerarlos –lo cual ha hecho desde sus
comienzos– han sido éstas: una es presentarnos personas, hombres y mujeres como
nosotros, que han vivido en esta tierra, que no han sido ángeles ni han tenido
cualidades y posibilidades casi sobrehumanas, sino personas cualesquiera, que
han ocupado en el mundo y en la Iglesia los puestos más diversos, altos y
bajos, sabios e ignorantes, fuertes y enfermizos, de mucha y poca cultura,
niños, jóvenes y viejos, entre los cuales podemos encontrar personas como
nosotros y aun inferiores en dotes y humanas, que han alcanzado la santidad, es
decir las más altas cotas de virtudes y de parecido con Jesucristo. Hablando
con rigor teológico, a los santos la Iglesia los canoniza –y esto es lo que
significa la palabra “canonizar” – haciéndoles norma y regla de aplicación del
Evangelio en el mundo que vivieron. Son ejemplo y estímulo para todos nosotros:
Si ellos llegaron, también nosotros lo podemos.
En segundo lugar la Iglesia nos los propone también como
intercesores. Estando ya en la presencia del Señor, a los que fueron sus
“buenos” servidores Dios los escucha con especial complacencia y tiene a gala
mostrar el mérito, que tuvieron en su vida mortal, otorgando gracias y favores
a los fieles que piden su mediación. Pienso que esta razón tiene menos
importancia que la anterior, pero está en unión con ella. Al concedernos hasta
milagros por medio de los santos, Dios muestra que realizaron el ideal del Evangelio,
nos anima a ello y demuestra a todo el que quiera honestamente mirar los hechos
que Él ha estado y está presente en el mundo de una manera particularmente
activa por medio de los santos.
Voy a seguir los textos de la lectura de la liturgia de la
misa para aplicarlos de alguna manera al itinerario de Santa Rosa y nos
estimulen a nosotros a mantener y aun forzar nuestra marcha hacia santidad. En
el caso de Santa Rosa tuvo comienzo muy temprano. Se verificó palpablemente en
ella la predilección de Jesús por los niños. A los cinco años de edad, hace el
voto de virginidad perpetua, entregándose a Jesús libre, consciente y
responsablemente. Ya a esa edad tuvo la inmensa gracia del encuentro vivo con
Jesús. “El Señor es el lote de mi heredad. Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente. Me enseñarás el sendero de la vida, me
saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha”. Padres y
madres, educadores de los pequeños, tengan en cuenta el caso de Santa Rosa. Son
muchos los niños, hijos de familias cristianas que son objeto de gracias
importantes; porque los niños son los predilectos del Señor. De modo análogo al
caso de la Virgen María que fue liberada del pecado ya en su concepción y
además fue entonces llena de la gracia de Dios, también sus hijos en el
bautismo no sólo han sido liberados del pecado, sino que además han recibido la
vida de Jesús resucitado –es decir la gracia santificante– y tal vez la sigan
recibiendo luego con abundancia. Es un error que los padres cristianos retrasen
la formación en la piedad y en la fe hasta los ocho o diez años. Deben estar
atentos a lo que ocurre en sus hijos en el orden de la fe.
El camino de la santidad no puede ser otro que el camino de
la cruz. Por no comprenderlo son pocos los que la alcanzan. Simplemente se
entretienen con rezos, obras piadosas y ayudas caritativas; pero no hacen de la
cruz su profesión; y sin la cruz no hay santidad. Si en algo hay que imitar a
Cristo, hay que hacerlo lo primero en la cruz. Santa Rosa lo comprendió
perfectamente. Era físicamente hermosa, pero incluso llegó a afearse el rostro
en una ocasión en que lo oyó y las mortificaciones para incurrir en soberbia
fueron a veces crueles; como cuando su mamá le colocó como adorno una especie
de corona, cuyas púas se apretó tanto en la cabeza para que le dolieran que
luego no se pudieron quitar sino con gran dolor.
Se propuso seguir como modelo a Santa Catalina de Siena; los
ejemplos de los santos son muy buenos para la santidad. Pero sobre todo el
Espíritu le fue enseñando el camino. Así comprendió pronto la necesidad de la
humildad. Y se dio cuenta de que la obediencia es el primer ejercicio de la
humildad: obediencia a sus padres y obediencia a la Iglesia, representada en
sus confesores.
“Cuanto más grande seas –hemos escuchado en la lectura del
Eclesiástico– más debes humillarte y ante Dios hallarás gracia. Pues grande es
el poderío del Señor y por los humildes es glorificado. Más de lo que alcanza
la inteligencia humana se te ha mostrado ya. Que a muchos descaminó su
presunción; una falsa ilusión extravió sus pensamientos”.
Y como “el Señor a los humildes da su gracia”, Santa Rosa fue
agraciada con una oración extraordinaria y grandes favores divinos. La oración
y el ejercicio de la caridad son lugares comunes en todos los santos. La
oración es el encuentro íntimo con Jesús, es la experiencia de su amor, es el
alimento de la caridad. En la oración se experimenta el amor de Dios y se le
responde con amor. En la oración la fe se ejercita y aguza para ver en el
prójimo a Dios. En la oración se cambian los valores y se apropian los de Dios.
Gracias a la oración se puede llegar a realizar, como en Santa Rosa, lo
escuchado en la carta a los Filipenses: “Todo lo estimo pérdida, comparado con la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y
todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una
justicia mía –la de la ley– sino con la que viene de la fe”.
Rosa vivió la mayor parte de su tiempo encerrada en su casa.
Sin embargo el testimonio de su virtud se conoció por toda Lima. A su muerte
los fieles acudieron en masa a venerarla. Dios hizo realidad en ella –y lo
sigue haciendo –las parábolas de la mostaza y la levadura y cumple la palabra de
Jesús: “Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la
creación del mundo”.
Pidamos a Santa Rosa lo que creamos necesitar para servir
mejor a Dios y sobre todo la generosidad para seguir sus pasos y adquirir las
virtudes que necesitamos en nuestro esfuerzo por la santidad.
ERA UNA ROSA BLANCA
Poema
Hace trescientos años que el jardín florecía
¡y lleno de perfumes florece todavía!
Hace trescientos años, al caer de la noche,
cuando claros luceros desataban el broche
y a probar su fortuna descendía el Ensueño con traje de luna,
adormido en un vuelo de blancas mariposas el jardín daba rosas,
y así leves sus galas, bajo la suave lumbre y al batir de las alas,
humilde entre los muros, perfumado y tranquilo, el jardín era asilo
de un rumor de sandalias en piadoso desvelo
de un rumor de sandalias en piadoso desvelo
y de tenues suspiros y de voces del Cielo.
Hace trescientos años que el jardín florecía
y lleno de perfumes florece todavía.
Era un jardín cerrado al dolor del pecado,
oculto a la inclemencia del mundanal ruido y abierto a la inocencia;
era cual una lira que, vibrando en secreto como alma que suspira
de ansiedad y ternura, llevaba sus acordes a la celeste altura
de ansiedad y ternura, llevaba sus acordes a la celeste altura
por un blanco camino que temblaba en la noche como un hilo divino.
era un jardín de rosas, cerrado y prisionero...
y era una sombra blanca que erraba en su sendero.
Era un jardín de rosas, todo él enamorado
de la mano de lirio que le daba cuidado;
de la mano de lirio que le daba cuidado;
un jardín que en el claro de luna parecía que,orgulloso, sabía
cómo se retrataba sobre el éter inmenso revestido de incienso;
cómo se retrataba sobre el éter inmenso revestido de incienso;
dulce refugio lírico, por su mística clama
hecho para reposo perfumado de un alma;
hecho para reposo perfumado de un alma;
jaula, tejida en flores de matiz marfileño,
hecha para las alas flotantes del Ensueño;
hecha para las alas flotantes del Ensueño;
jardín en cuya arena, con trémula congoja, se arrastraba una hoja
ambulante y vencida murmurando en voz baja cómo se va la vida.
ambulante y vencida murmurando en voz baja cómo se va la vida.
Era un jardín de rosas, cerrado y prisionero...
Y era una sombra blanca que erraba en su sendero.
-¿Qué quieres, blanca sombra que vagas lentamente
como alma penitente?
como alma penitente?
La sombra solitaria, responde en un ansioso murmullo de plegaria
que con suaves deliquios acompasa las rosas
y en un trémulo enjambre de blancas mariposas.
y en un trémulo enjambre de blancas mariposas.
¿qué quieres, blanca sombra, errante en tu retiro?
La sombra, estremecida, responde en un suspiro.
-¿A quién, consagras la luz que arde en el vaso?
¿Dónde vas paso a paso mirando las estrellas
como si les pidieras ir a morir en ellas?
como si les pidieras ir a morir en ellas?
¿Es, acaso, que esperas a tu amado que no viene?
La sombra se detiene cual si quedara presa
en el haz de la luna que la envuelve y la besa,
y su voz en suspiro temblorosa musita:
en el haz de la luna que la envuelve y la besa,
y su voz en suspiro temblorosa musita:
-Aquí espero una cita
-Pero Amor, blanca sombra, es placer y es aliento...
-Mi Amado es mi tormento.
-¿Y su amor e curarte de torturas no alcanza?
-¿Y su amor e curarte de torturas no alcanza?
-Mi Amado es mi esperanza
-¿Sueñas amor profundo?
-Mi Amado no es del mundo.
- ¡Entonces, blanca sombra, no viene tu trovero!
- Vendrá por que lo espero
-¿Y por amado ausente pasión tan sobrehumana?
- ¡Vendrá, vendrá mañana!
- ¡No viene, blanca sombra!
-¡Vendrá, no desconfió, y dándole la vida la muerte lo hará mío!...
Y al eco de estas bellas palabras amorosas
en el jardín lunado palpitaban las rosas.
en el jardín lunado palpitaban las rosas.
¡Hace trescientos años que el jardín florecía
y lleno de perfumes florece todavía!
y lleno de perfumes florece todavía!
Fue una blanca noche...
Era, en dulce reposo, el jardín silencioso.
Mudo estaba el jilguero, en quietud el sendero,
y la noche sumisa, y callada la brisa,
y callado el ramaje, y dormido, entre tules de ilusión, el paisaje.
y callado el ramaje, y dormido, entre tules de ilusión, el paisaje.
Bajo la noche clara, Era un jardín de rosas tan blanco como una ara.
Y era una blanca ermita que esperaba el milagro de una dulce visita.
Y era sobre la alfombra de las hojas caídas, aquella blanca sombra.
De pronto, desde el cielo, estremecido el velo
que sujeta en el éter el haz de las estrellas,
que sujeta en el éter el haz de las estrellas,
cae un fragante lirio de plateadas huellas
como abriendo el camino al fulgor entre las nubes de un cortejo divino.
Y hay rumor de alas en las empíreas salas,
y e jardín va tomando del cielo sus colores
y el cielo se colorea de color de las flores.
y el cielo se colorea de color de las flores.
Y aquella sombra blanca, palpitante y ansiosa,
se entreabre lentamente como una blanca rosa...
Blanca tiembla la noche, como la veste alada de tierna desposada,
y surgidas de pronto de sus leves capuces
vuelan mariposas consternadas de luces,
vuelan mariposas consternadas de luces,
y en el jardín, atónito, asoma y se despliega
caudalosa aureola de un esplendor que llega.
caudalosa aureola de un esplendor que llega.
Y hay, al pie de la ermita, Un alma que palpita.
Y unos brazos abiertos de frente a infinito.
Y un ímpetu anhelante. Y un sollozo. Y un grito:
-¡Aquí, estás, vida mía!-
¡ Y se mecen las rosas en un son de alegría,
y despierta el jilguero, y refulge el sendero,
y es música el ramaje y es música, entre tules de ilusión, el paisaje!
Y una voz dice: -Toma,
toma rosas mi vida, que te brinda aroma....
toma rosas mi vida, que te brinda aroma....
Y otra voz, en suspiro, que se agranda en la humilde soledad del retiro,
le responde amorosa: -¡Tú sola eres mi Rosa!
Hace trescientos años que el jardín florecía y lleno de perfumes
florece todavía!
florece todavía!
¡Santa Rosa de Lima!
¡Santa Rosa, te invoco a través de la noche de los siglos,
y evoco tu figura virgen delante de la ermita por tus rezos bendita,
con tu túnica blanca y tu fúnebre toca, balbuciente la boca,
entornados los ojos y cruzada las manos en éxtasis cristiano,
entornados los ojos y cruzada las manos en éxtasis cristiano,
esbelta y temblorosa, el llanto en la pupila –rocío de las rosas-
besando, una por una, las cruces del rosario
en mitad del sendero del jardín solitario!
Santa Rosa de Lima, deja que el verso gima
al evocar, perplejo del duro sacrificio, las cuerdas del cilicio
con que, pétalo a pétalo, deshojaba tus galas
para hacer de tu vida sólo un amor con alas;
al evocar, perplejo del duro sacrificio, las cuerdas del cilicio
con que, pétalo a pétalo, deshojaba tus galas
para hacer de tu vida sólo un amor con alas;
deja que cante el verso
como fuiste ofrendándote al Dios del Universo,
como fuiste ofrendándote al Dios del Universo,
esperanza y regalo para el bueno y el malo;
permite que la rima, Santa Rosa de Lima
-virgen que en tu retiro pródigo de perfumes, y suspiro a suspiro,
regalabas al Cielo las rosas peregrinas
puras, porque guardabas para ti las espinas-
puras, porque guardabas para ti las espinas-
cante tu franciscano amor por el hermano
traducido en la copia de penas que curaste para gozar la propia.
traducido en la copia de penas que curaste para gozar la propia.
Y allá, desde tu cima, Santa Rosa de Lima,
desde el jardín cruzado de estrellas temblorosas
como el tuyo de rosas,
como el tuyo de rosas,
Rosa blanca y sedeña Suave Virgen limeña,
ve a tu Lima en la nube del incienso que sube,
ve en sus calles las vastas muchedumbres, ufanas
en medio del alborozo de todas las campanas,
en medio del alborozo de todas las campanas,
cantar tu imagen, rezar ante tu osario
y llamar a las puertas del humilde santuario
y llamar a las puertas del humilde santuario
para evocar la escena de la divina cita
y poner blancas rosas a los pies de tu ermita.
¡Oye la voz que implora que tú, blanca Señora,
ruegues a Dios con fuego de pasión y con ruego
que los cielos encienda y a tu patria defienda
y a tu Lima redima, ingenua y blanca Rosa, Rosa Santa de Lima!
Que yo, pobre poeta que el amor y el orgullo de la patria interpreta,
busca ahora en mi lira la voz más candorosa
para decirte: ¡Creo, creo en ti, Santa Rosa!
para decirte: ¡Creo, creo en ti, Santa Rosa!
Y pues creo, y pues sufro, y pues voy por la vida
con el viaje doliente de la hoja caída,
con el viaje doliente de la hoja caída,
arrastrando en lo hondo, ya herido de impotencia,
mi amor por la justicia, que fue mi única herencia,
mi amor por la justicia, que fue mi única herencia,
y pues ando, ando, ando padeciendo callado y me duelo y me hastío
del gotear de la arena de mi reloj sombrío,
yo, pecador cristiano, con la vida cansada,
bien merezco, Señora, la luz de tu mirada.
del gotear de la arena de mi reloj sombrío,
yo, pecador cristiano, con la vida cansada,
bien merezco, Señora, la luz de tu mirada.
Mírame, Rosa, mira como, en un confidente diapasón de mi lira,
mientras en tu ventana de la celeste altura
eres inmensa rosa de límpida blancura,
eres inmensa rosa de límpida blancura,
en ti los ojos fijos, yo te pido ventura sólo para mis hijos.
Si hace trescientos años el jardín florecía
Pródigo de perfumes, florece todavía....
Pródigo de perfumes, florece todavía....
POR LUIS FERNAN CISNEROS