martes, 25 de junio de 2019

Domingo XIII del Tiempo Ordinario


Lectura del primer libro de los Reyes 19, 16b.19-21

En aquellos días, el Señor dijo a Elías:
«Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo se Safat, de Abel-mejolá».
Elías partió de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas de bueyes en fila, él llevaba la última. Elías pasó a su lado y le puso su manto encima.
Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió:
«Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo».
Elías le dijo:
«Vete, pero regresa; ¿quién te lo impide?».
Eliseo dio la vuelta, tomó la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con la madera del arado, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran.
Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios

Salmo Responsorial. Sal 15,1-2a.5.7-8.9-10.11

R/. Tú, Señor, eres la parte de mi herencia.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
El Señor es la parte de mi herencia y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5,1.13-18

Hermanos:

Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado.
Por tanto, manténganse firmes, y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud.
Ustedes, hermanos, han sido llamados a la libertad: pero no tomen la libertad como pretexto para satisfacer los deseos carnales; al contrario, háganse servidores los unos de los otros por amor.
Porque toda la Ley se concentra en esta frase: «Amarás al prójimo como a ti mismo».
Pero, atención: que si se muerden y devoran unos a otros, terminarán por destruirse mutuamente.
Yo, por tanto, les pido: caminen según el Espíritu y no se dejen arrastrar por los deseos de la carne, porque la carne actúa contra el espíritu y el espíritu contra la carne.
Ambos luchan entre sí, de suerte que ustedes no pueden obrar como quisieran.
En cambio, si los guía el Espíritu, no están bajo el dominio de la Ley.
Palabra de Dios

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,51-62

Cuando ya se acercaba el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.
De camino, entraron en un pueblo de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:
«Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y les regañó. Y se fueron a otro pueblo.
Mientras iban de camino, le dijo uno:
«Te seguiré adonde vayas».
Jesús le respondió:
«Los zorros tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
A otro le dijo:
«Sígueme».
El respondió:
«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor, pero déjame primero despedirme de mi familia».
Jesús le contestó:
«El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás no vale para el reino de Dios». Palabra del Señor


Seguir a Jesús en libertad y amor

      La idea de seguir a Jesús nos hace pensar en la vocación. Todos somos llamados por Jesús a seguirle. Por otra parte es cierto que sólo a algunos se les invita a cambiar de estilo de vida, a asumir una nueva forma de vida en la Iglesia con respecto a la que tenían.
      ¿Qué significa seguir a Jesús para los cristianos en general? En el Evangelio de hoy parece que Jesús pone las cosas difíciles a los que quieren seguirlo. A uno le promete vivir en la más total de las pobrezas –“las zorras tiene madriguera pero el Hijo no tiene donde reposar la cabeza”–, a otro le pide que abandone a su familia sin siquiera enterrar a su padre –para los judíos enterrar a los muertos es uno de los más sagrados deberes, cuánto más al padre–, a otro le impide incluso despedirse de su familia. La llamada de Jesús es una llamada radical que descoloca a las personas de su vida para ponerlas al servicio del Reino.
      Entonces, ¿quién puede seguir a Jesús? La respuesta está en la segunda lectura, de la carta a los gálatas. Ahí está la clave para comprender el servicio del Reino al que Jesús nos llama. Incluso se podría cambiar el orden de las lecturas y leer la segunda después del Evangelio. Pablo comienza proclamando que Jesús nos ha liberado para que seamos libres. El Reino es lo absolutamente contrario a la esclavitud. El Reino de Dios es el reino de la libertad. Vivir al servicio del Reino significa asumir radicalmente la libertad que Dios nos ha concedido en Cristo. Asumirla con sus riesgos y asumirla responsablemente. Entrar en el Reino es madurar como personas. Los hijos de Dios no tienen más vocación que la libertad. Y ahí no se pueden hacer concesiones. No hay que volverse a mirar el tiempo en que fuimos esclavos, no hay que preocuparse siquiera de enterrar lo que abandonamos. Nuestra vocación nos llama a crecer en libertad. No es fácil vivir en libertad y asumirla responsablemente. Es un camino duro –como el de Jesús, en subida hacia Jerusalén–. Supone renunciar a muchas seguridades. Pero ahí es donde nos quiere Dios.
      Claro que es una libertad atemperada en la relación por el amor. Somos libres para amar con todo el corazón. Somos libres desde la verdad más verdadera de nuestras vidas: todos somos hermanos y hermanas en Jesús. Somos libres para tomar las decisiones que nos lleven a amar y respetar la vida en su integridad, la propia y la de los demás. Somos libres para defender la vida frente a todas las amenazas. Somos libres para vivir en solidaridad con toda la creación. Seguir a Jesús para el cristiano significa madurar en libertad, dejar de ser esclavo de las normas y ser agente activo en la construcción de un mundo más justo, más hermano y más libre.

Para la reflexión

      ¿Cuáles son mis esclavitudes? Trata de concretarlas (el qué dirán, el alcohol, la pereza...). ¿Cómo trato de liberarme de ellas? ¿Qué significa para mí vivir en libertad? ¿En qué medida estoy trabajando para hacer que este mundo sea más humano, más libre y fraterno?

Palabra de Dios para cada día

Lunes:  Génesis 18,16-33; Salmo 102; Mateo 8, 18-22
Jueves:   Génesis 22,1-19; Salmo 114;
Mateo 9,1-8
Martes:  Génesis 19,15-29; Salmo 25;
Mateo 8,23-27
Viernes:  Génesis 23,1-4.19;24,1-8.62-67;  Salmo 105 Mateo 9,9-13
Miércoles:   Sto. Tomás, Apóstol. Efesios 2,19-22; Sal. 116; Juan 20,24-29
Sábado:  Génesis 27,1-5.15-29; Salmo 134; Mateo 9,14-17

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