lunes, 3 de junio de 2019

Solemnidad de Pentecostés - C


Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron entonces aparecer unas lenguas, como de fuego, que se repartieron, y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diversas lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos piadosos de todas las naciones de la tierra. Al oír aquel ruido, la gente se congregó y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, decían:
« ¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra propia lengua?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno de nosotros los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua».

                                                                                     Palabra de Dios

Salmo Responsorial. Sal 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34

R/. Envía tu Espíritu, Señor,
y renueva la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R/.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y renuevas la faz de la tierra. R/.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,3b-7.12-13

Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino es movido por el Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

                                                                                          Palabra de Dios

Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.


Aleluya

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor.

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 20,19-23

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en eso entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a ustedes».
Y, diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió:
«Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos».

                                                                                   Palabra del Señor


El día de Pentecostés.

Pentecostés, nacimiento de la Iglesia. El Espíritu Santo estaba actuando en las comunidades cristianas, en y por ellas. La gente que oía su testimonio se convertía. Estaba surgiendo una nueva comunidad de hombres y mujeres que vivían como hermanos. Unidos en la oración, solidarios en el día a día, pues lo compartían todo, y alegres por el evangelio. Estaban convencidos de inaugurar tiempos nuevos prometidos por Jesús.
La fiesta de pentecostés estaba asociada al recuerdo de la Alianza de Dios con el pueblo judío en el Sinaí. Para Lucas, la venida del Espíritu Santo inaugura una nueva alianza de Dios con todos los hombres y mujeres de la tierra.
El Espíritu viene y se apodera de todos ellos. Habla de un ruido, como de viento huracanado, que invadió toda la casa. Después aparecen como lenguas de fuego que se reparten y se posan sobre cada uno de los presentes quienes, llenos ya del Espíritu, comienzan a hablar en lenguas extranjeras.
Hoy diríamos, en términos modernos, que Lucas nos presenta una composición audiovisual para comunicarnos como el Espíritu de Dios tomó posesión de aquellos hombres y mujeres.

Seguidamente cambia de escenario. Los discípulos parecen no estar en una casa, sino ante una multitud congregada, venida de muchas naciones que, asombrada, escucha a los apóstoles hablando en su propio idioma.
Nos revela la apertura del Evangelio a todas las naciones, a todas las culturas. Hoy hablamos de inculturación del Evangelio. (1)

Hay una nota de ironía: algunos de los presentes afirmaban que aquellos hombres que les hablaban estaban borrachos. No estaban borrachos sino, según un autor africano del siglo VI dirá: “Se habían convertido ya en odres nuevos, renovados por la gracia de la santidad. De este modo, ebrios del nuevo vino del Espíritu Santo, podrían hablar fervientemente en todos los idiomas y, anunciar de antemano, con aquel maravilloso milagro, la propagación de la Iglesia católica por todos los pueblos y lenguas.” (2) Celebremos esta gran fiesta del Espíritu Santo que nos hace entendernos a todos por medio del lenguaje universal: la caridad. 

Reunidos alrededor de Jesús

El relato está pensado desde el cumplimiento de las promesas de Jesús: “volveré a ustedes”, “les enviaré el Espíritu Santo y tendrán paz”. El evangelista proclama y muestra que la comunidad cristiana se constituye alrededor de Jesús vivo y presente, crucificado y resucitado. Él está en el centro y la libera del miedo y les da confianza y seguridad, paz y alegría al mostrarle los signos de su victoria sobre la muerte. De él recibe la comunidad la misión y el Espíritu para llevarla adelante. La misión de la comunidad, como la de Jesús, es liberar, dar paz, perdonar, amnistiar, dar vida hasta la entrega total.

Enviados de Jesús.

Hemos sido elegidos por Jesús para realizar el proyecto de Dios con Él. Pero la llamada/envío se remonta más arriba, hasta el mismo Dios: “como el Padre me envió a mí, así los envío yo a ustedes”. Es decir, cada cristiano es otro Jesús, que recibe su misma misión de parte del Padre. Somos enviados de Dios, en compañía de Jesús, en la construcción de la nueva humanidad.
Los primeros enviados prosiguieron la causa de Jesús, llevando adelante el proyecto de Dios. Ellos son quienes tienen que perdonar y dar vida.
No es nuestra debilidad, o nuestra poca experiencia y formación, o nuestros pecados los que nos impiden asumir el reto de Jesús. Más bien es el temor a nuestros fallos, y el dolor que nos causa nuestro orgullo herido lo que nos paraliza y nos hace vivir todavía con las puertas atrancadas.

Recibieron el Espíritu Santo.

Así, los discípulos comprendieron y renacieron a la vida. Y se fueron por todo el mundo, y supieron perdonar. Rompieron las barreras del miedo y las puertas de la pequeña comunidad, y experimentaron la paz en la misión y en el compromiso. Y se sintieron llamados a la resurrección…
Persona resucitada es la que se deja guiar por el Espíritu de Dios hacia la aventura, la sorpresa, la novedad, la vida… Persona resucitada es la que pone vida donde no la hay, o la defiende donde está amenazada. (3)

(1) Alonso Schökel, Luis. La Biblia de nuestro pueblo.
(2) De la liturgia de la horas N° II.

(3) Ulibarri Florentino. Conocer, gustar y vivir la Palabra. C


LECTURAS DIARIAS

Lunes: Santa María, Madre de la Iglesia. Génesis 3, 9-15.20; Salmo 86; Juan 19, 25-34
Martes: Sn. Bernabé, Apóstol. Hech. 11, 21b-26; 13,1-3; Sal. 97; Mateo 10,7-13
Miércoles: 2Corintios 3,4-11; Salmo 98; Mateo 5,17-19
Jueves: Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Isaías 6,1-4.8; Salmo 22; Juan 17, 1-2.9.14-26
Viernes: 2Corintios 4,7-15; Salmo 115; Mateo 5, 27-32
Sábado: 2 Corintios 5,14-21; Salmo 102; Mateo 5, 33-37



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