viernes, 27 de febrero de 2009

Domingo I al V de Cuaresma - B


Lectura del libro del Génesis 9,8-1 5

Dios dijo a Noé y a sus hijos: “Voy a establecer mi alianza con ustedes y con sus descendientes, con todos los animales que los acompañaron: aves, ganado, y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Esta es mi alianza con ustedes: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra». Y Dios añadió: «Esta es la señal de la alianza que establezco con ustedes para siempre y con todos los seres vivos que los han acompañado: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco, y recordaré mi alianza con ustedes y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes». Palabra de Dios. 

Salmo (24)

R. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad.

- Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tu eres mi Dios y Salvador. / R.
- Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. Acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. / R.
- El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. / R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3,18-22

Queridos hermanos: Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Con este Espíritu, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que habían sido rebeldes en los tiempos de Noé, cuando la paciencia de Dios aguardaba, mientras se construía el arca, en la que unos pocos -ocho personas- se salvaron cruzando las aguas. Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente los salva a ustedes y que no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en implorar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Cristo Jesús, Señor nuestro, que llegó al cielo, está sentado a la derecha de Dios y se le sometieron ángeles, dominaciones y potestades. Palabra de Dios. 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,12-15

En aquel tiempo, el Espíritu llevó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre las fieras salvajes, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: conviértanse y crean en el Evangelio». Palabra del Señor. 

DOMINGO II DE CUARESMA

Lectura del libro del Génesis 22,1-2.9-13.15-18

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abraham, llamándole: «¡Abraham!» EI respondió: «Aquí me tienes». Dios le dijo: «Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio, en uno de los montes que yo te indicaré». Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abraham levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abraham tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: «¡Abraham, Abraham!» El contestó: «Aquí me tienes». EI ángel le ordenó: «No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora se que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo». Abraham levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. EI ángel del Señor volvió a gritar a Abraham desde el cielo: «Juro por mí mismo-oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido».
Palabra de Dios. 

Salmo (115)

R. Caminaré en presencia del Señor.

- Tenía fe, aun cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!» Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. / R.
- Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. / R. .
- Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. / R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,31 b-34

Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? EI que no perdonó a su Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no va a damos gratuitamente todas las demás cosas juntamente con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que salva. ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros? Palabra de Dios. 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,2-10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió únicamente con ellos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de una blancura deslumbrante, como nadie en el mundo podría blanquearlos. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decía, porque estaban asustados. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escúchenlo». De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos. Cuando bajaban de la montana, Jesús les mandó: «No cuenten a nadie lo que ustedes han visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos». Esto se les quedo grabado, y discutían que querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos». Palabra del Señor.

DOMINGO III DE CUARESMA

Lectura del libro del Éxodo 20,1-17

En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos. No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en vano, porque no dejará el Señor sin castigo a quien pronuncie su nombre en vano. Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él». Palabra de Dios. 

Salmo (18)

R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

- La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. / R.
- Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. / R.
- La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. / R.
- Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila. / R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,22-25

Hermanos: Mientras los judíos exigen milagros, los griegos buscan sabiduría; nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, locura para los paganos; pero, para los que Dios ha llamado-sean judíos o griegos-, Cristo es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo que en Dios parece locura es mucho más sabio que toda sabiduría humana; y lo que en Dios parece debilidad es más fuerte que toda fuerza humana. Palabra de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Juan 2,13-25

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quiten esto de aquí; no conviertan en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «EI celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruyan este templo, y en tres días yo lo levantaré». Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿Y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero el hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que había dicho eso, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no confiaba en ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie acerca de los hombres, porque el conocía lo que hay dentro de cada hombre. Palabra del Señor. 

Reflexión. (Tomada de: Casa para tu fe Católica)

1. La hermosa simplicidad de los Mandamientos

1.1 Alguien dijo: "Tantos códigos, constituciones, decretos y leyes de los hombres... para explicar lo que ya está en los Diez Mandamientos...". Y así es.
1.2 Los mandamientos son el maravilloso compendio del querer de Dios para el hombre. No han pasado ni se han quedado sepultados en el Antiguo Testamento. Cuando aquel joven (Mt 19) le preguntó a Jesús qué tenía que hacer para tener vida, la primera respuesta de Jesús fue: "cumple los mandamientos". En la Palabra Divina hay vida y ello es particularmente cierto cuando se trata de estas palabras a las que con razón se ha llamado "caminos de libertad".
1.3 ¿Qué dicen en esencia los mandamientos? Aquello que Cristo nos hizo el favor de sintetizar. Pues si todavía nos parecía demasiado que hubiera DIEZ mandamientos, Jesús condensa todo en sólo DOS: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón... y a tu prójimo como a ti mismo" (Lc 10,27). Ser bueno es sencillo. Es posible que sea difícil, pero es sencillo.

2. La locura de la Cruz

2.1 Al parecer, Dios se propuso curar la locura de nuestro pecado con la locura de su gracia. Si nos parece absurdo que Dios entregue a su propio y único Hijo por nosotros, meditemos si no es primero absurdo darle la espalda a un Dios tan bueno.
2.2 El mandamiento principal es "amar a Dios sobre todas las cosas". Esto resulta imposible y loco, dado el atractivo y la utilidad que tienen tantas cosas que nos seducen, y dado el poder de la maldad que nos acobarda en la práctica del bien. La razón humana puede descubrir sin esfuerzo la belleza de una vida que tiene a Dios en primer lugar, pero luego resulta que la vida no sigue ese mismo camino que ve la mente, en razón de nuestra debilidad interior, de la cobardía que nos produce la arrogancia del mal y del encanto que tienen las cosas que nos apartan y dividen de Dios.
2.3 Por eso necesitamos una fuerza nueva, un poder invencible, una razón por encima de nuestra razón, que tenga eficacia en nuestras almas flacas y enfermas. Y eso es la Cruz. Es el amor que antecede y sobrepuja a todo amor. Por eso la Cruz, el amor de la Cruz, es el corazón de la predicación cristiana.

3. "No se fiaba de ellos"

3.1 Según lo dicho, podemos fiarnos de Dios. Nos inspira confianza y gratitud infinitas desde el madero de la Cruz. Mas el Evangelio dice que Jesús "no se fiaba" de la gente. Así sucede porque nuestro amor, así esté pegado al templo, no tendrá fortaleza mientras no se una al templo vivo que es el Cuerpo de Cristo. Donde entendemos que también las cosas de Dios en un momento dado pueden apartarnos de Dios. Y que hay ídolos que no tienen cara y manos.
3.2 Esto es bueno recordarlo porque, con referencia a la primera lectura, se gozan los protestantes en criticar a los católicos porque utilizamos imágenes. ¡Como si el tema de la idolatría se superara rompiendo yeso y quemando madera! El problema no está en esas imágenes de nuestros templos, las cuales si son bien utilizados más bien ayudan e inspiran a la piedad: el problema está en la perversa tendencia idolátrica del alma humana, que es capaz de hacer un ídolo incluso del templo de Dios.
3.3 Por eso todos, protestantes y católicos, tenemos que pegarnos a la Cruz de Cristo; todos, todos los seres humanos, hemos de encontrarnos en las entrañas de amor de Jesús y allí recibir y agradecer el regalo de la redención.


DOMINGO IV DE CUARESMA

Lectura del segundo libro de las Crónicas 36,14-16.19-23

En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abominables de los paganos, y mancharon la casa del Señor, que el Señor había consagrado en Jerusalén. El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que la ira del Señor se encendió sin remedio contra su pueblo. Los caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; prendieron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías: «Hasta que el país haya pagado sus sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta que se cumplan los setenta años». En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra del Señor, por boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro, rey de Persia: “El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre ustedes pertenezca a su pueblo, que parta hacia allá, y que su Dios lo acompañe”. 
Palabra de Dios. 

Salmo (136)

R. Que no me olvide de ti, Señor.

- Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras. / R.
- Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; nuestros opresores, a divertirlos: «Cántennos un cantar de Sión». / R.
- ¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha. / R.
- Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén, en la cumbre de mis alegrías. / R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2,4-10

Hermanos: Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia están ustedes salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así quiso mostrar a los siglos venideros la inmensa riqueza de su gracia, por la bondad que nos manifestó en Cristo Jesús. Por la gracia, en efecto, han sido salvados mediante la fe. Y no se debe a ustedes, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos. 
Palabra de Dios. 

Lectura del santo evangelio según san Juan 3,14-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él. El que cree en él no será condenado; por el contrario, el que no cree ya esta condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios». Palabra del Señor.

Comentario Bíblico

Nicodemo se muestra como una figura del mundo creyente que no sabe cómo ser fiel al proyecto de Dios. De manera semejante, actualmente, hay quienes creen en Jesús y tampoco saben de qué forma nacer a una vida nueva. Jesús va más allá, y es capaz de demostrar que puede vencer los límites propios de la condición humana, como la muerte. Sus contemporáneos se preguntan acerca del final de la vida y quieren asegurársela sin pasar por la muerte.

Dios no quiere que las personas se pierdan. El querer de Dios estriba en que todos se salven y venzan el mal con el poder del amor. Él desea crear canales que comuniquen vida en plenitud. La mentalidad judía de aquel tiempo decía que el Juicio se haría al final de los tiempos, cuando los vivos y los muertos debieran presentarse ante el tribunal de Dios. No obstante, para muchos, el juicio de Dios se fragua “ya”, aquí y ahora, en la identificación de las personas y de la sociedad como un todo. Pero Jesús no juzga ni condena, simplemente suscita “ese” juicio. Las personas son quienes se juzgan a sí mismas al confrontarse con el testimonio de Jesús, y optan por una vida con o sin él.

Cuando optamos por el mal y no seguimos los criterios de Dios, para buscar los intereses propios, entonces terminamos por encontrarnos con nuestro egoísmo y nos cerramos a la revelación luminosa del amor de Dios. En cambio, quien procura siempre vincularse con Jesús, está abierto a la luz de su amor. Por eso Dios considera necesario librarnos de todo mal al creer en su Hijo, Jesús, pues hemos nacido para disfrutar la vida con él, que nos conduce a la paz y la felicidad.

DOMINGO V DE CUARESMA

Haré una alianza nueva y no recordaré sus pecados

Lectura del libro de Jeremías 31, 31-34

«Miren ustedes que llegan días -Oráculo del Señor- en que haré con la descendencia de Israel y de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor -Oráculo del Señor-. Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días-Oráculo del Señor-: Pondré mi ley dentro de ellos, la escribiré en sus corazones; yo seré su, Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano diciendo: "Reconoce al Señor". Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande -Oráculo del Señor-, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados». Palabra de Dios. 

Salmo (50)

R. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

- Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. / R.
- Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. / R.
- Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: ensenaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. / R.



Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación 

Lectura de la carta a los Hebreos 5 7-9


Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo; aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna. Palabra de Dios. 

Si el grano de trigo muere da mucho fruto

Lectura del santo evangelio según san Juan 12,20-33

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús». Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se desprecia a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga; y donde esté yo, allí también estará mí servidor. A quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre glorifica tu nombre». Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo». La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: “Esta voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí”. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir. Palabra del Señor.

Comentario


1. Una solución radical
1.1 El trayecto largo, y tantas veces dolorido, del Antiguo Testamento deja una cosa en claro: el problema del mal en la raza humana requiere de soluciones radicales. Aunque "radical" no debe significar "violento", sino simplemente lo que indica su etimología: directo a la raíz.
1.2 Uno puede creer que el hombre va a ser mejor con nuevas leyes, mejores estudios, mayores ingresos, más amplias formas de expresión, mucha o menor libertad... ¡cuántos experimentos se han hecho, por vía de dureza o de "laissez-faire", para comprobar que "hecha ley, hecha la trampa"! Se le ha hecho de todo al ser humano: torturarlo, perseguirlo, mimarlo, atiborrarlo de cosas, embriagarlo de placeres, y al final descubrimos que hay una hierba mala que resiste todos los climas y culturas. Necesitamos algo distinto y eso es lo que muestra la primera lectura: directo a la raíz; directo al corazón.
1.3 La ley de Moisés, expresión sapiente pero insuficiente, debe alcanzar "plenitud" : no escrita ya en tablas de piedra sino en los corazones. El "corazón", sede de los pensamientos, decisiones y afectos más profundos, según la Biblia, es el verdadero baluarte en que ha de entrar como Rey el señor, si de veras queremos sanear radicalmente el problema del mal.

2. La pasión "interior" que vivió Cristo
2.1 Este es el último domingo antes de la Semana Santa. Es preciso prepararnos con mayor atención y estar despiertos con mayor amor a los misterios que verán nuestros ojos, y las palabras que bendecirán nuestro corazón, dándole salud y conversión.
2.2 Y a ese propósito nos ayuda la segunda lectura: es como un vistazo al misterio "interior" de Cristo, allí donde su corazón experimentó dolor y miedo, y a la vez, amor y obediencia. Bien podemos decir que es la parte de la Pasión que más nos interesa, porque es allí donde también palpita el drama de nuestras propias cobardías frente al poder, violento o seductor, del mal. La pasión "externa", la de los azotes, clavos y cruz, la conocemos; pero ¿hemos contemplado con igual o mejor amor esta "pasión interior" de nuestro Redentor?
3. "Queremos ver a Jesús"
3.1 Y ya que hoy hablamos así del corazón y sus misterios, reconozcamos en la súplica de aquellos griegos el anhelo más hondo de nuestro propio corazón. Si hacemos silencio, si por un instante nos apartamos de la tiranía del consumo y de las solicitaciones del bienestar oiremos que el alma nuestra, en su fondo más íntimo susurra: "¡quiero ver a Jesús!"
3.2 Y el corazón del Padre se deja oír, mostrando que en ese Hijo Adorado y Adorable está todo el esplendor del universo. Y el Hijo mismo nos habla y señala con mano firme, aunque agobiada de dolor, en dónde es posible verle y reconocerle: "cuando yo sea levantado atraeré a todos hacia mí..."
3.3 Es allí en la Cruz donde se devela el misterio inagotable de un amor que no se acaba. Es allí, en la Cruz de Amores, donde un grito de gracia ha quedado vivo y patente para ser escuchado "en el cielo, en la tierra, en el abismo". Es allí donde nuestro corazón hallará su descanso y encontrará por fin saciedad para su súplica más honda y entrañable. De Casa para tu fe Católica (Fr Nelson OP)

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