domingo, 14 de septiembre de 2008

La Exaltación de la Santa Cruz


La Iglesia en este día, celebra la veneración a las reliquias de la Cruz de Cristo en Jerusalén, tras ser recuperada de manos de los persas por el emperador Heráclito.
Según manifiesta la historia, al recuperar el precioso madero, el emperador quiso cargar una cruz, como había hecho Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero al hombro e intentó entrar a un recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó paralizado.
El patriarca Zacarías, que iba a su lado, le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargando la Cruz por las calles de Jerusalén.
Entonces, el emperador se despojó de su atuendo imperial, y con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo, hasta dejar la cruz en el sitio donde antes era venerada.
Los fragmentos de la Santa Cruz se encontraban en el cofre de plata dentro del cual se los habían llevado los persas, y cuando el patriarca y los clérigos abrieron el cofre, todos los fieles veneraron las reliquias con mucho fervor, incluso se produjeron muchos milagros.

Si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce
quedaba curado


Lectura del libro de los Números 21,4b-9

En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: «¿Por que nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan, ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo». El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes». Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: «Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte, los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla». Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, el miraba la serpiente de bronce y quedaba curado. 
                                                                  Palabra de Dios


Salmo responsorial    (77) 

R. No olviden las proezas del Señor. 

- Pueblo mío, escucha mi enseñanza, presta atención a las palabras de mi boca: Yo voy a recitar un poema, a revelar enigmas del pasado. R.

- Cuando los hacía morir, lo buscaban y se volvían a él ansiosamente: Recordaban que Dios era su roca, y el Altísimo, su libertador. R.
- Pero lo elogiaban de labios para afuera y mentían con sus lenguas; su corazón no era sincero con él y no eran fieles a su alianza. R.
-El Señor, que es compasivo, los perdonaba en lugar de exterminarlos; una y otra vez reprimió su enojo y no dio rienda suelta a su furor. R.

Cristo se humilló así mismo, por eso Dios lo exaltó
sobre todas las cosas

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2,5-11

Hermanos: 
Tengan entre ustedes los sentimientos propios de Cristo Jesús. El, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso, Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para la gloria de Dios Padre. Por lo tanto, queridos hermanos, ya que siempre me han obedecido, no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, trabajen por su salvación con temor y temblor. 
                                                                    Palabra de Dios.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque con tu cruz has redimido al mundo.

R. Aleluya.

El Hijo del hombre tiene que ser levantado

Lectura del santo evangelio según san Juan 3,13-17

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en el tengan Vida eterna. Sí, Dios amo tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».

                                                             Palabra del Señor. 

LA CRUZ: MISTERIO DE AMOR

Celebramos hoy una hermosa fiesta: la Exaltación de la Santa Cruz. Una fiesta que nos invita a volver nuestros ojos hacia el misterio de la cruz. Podemos hoy contemplar al Hijo de Dios elevado sobre la tierra "para que todo el que cree en él tenga vida eterna". Podemos contemplar el misterio de la cruz para que penetre en nuestra alma y se convierta en luz interior y comprensión amorosa del plan de Dios.

¡Qué importante es contemplar la cruz como misterio de amor! Jesucristo es Dios que se hizo hombre, se humilló a sí mismo, y se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. La cruz es humillación, pero no humillación sufrida por una fuerza externa. ¡No! La cruz se entiende desde el amor: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen él (...) Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él». Vista desde Dios, la cruz es misterio de amor generoso, misterio de salvación. No nos cansemos de contemplar la grandeza de un amor infinito, fiel, generoso, desbordante, incondicionado, universal. Amor de Dios en Cristo.

Contemplando este misterio de amor viene bien preguntarse: .¿Qué voy a hacer por Cristo que tanto me ama? Un modo de agradecer ese misterio de amor crucificado puede ser acoger la sugerencia del Señor por medio de san Pablo: «Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús» (Flp 2,5). Aprender a sentir como Jesús, a amar como Jesús, a servir como Jesús, a amar con humildad como él.

Muchos hermanos, miembros de la Iglesia que «completa en su carne lo que falta a la pasión de Cristo» (Col 1, 24), sufren. Y Jesús nos enseñó que cada cosa que hacemos con uno de los pequeños a él se lo hacemos (cf. Mt 25, 31-46). La contemplación del amor crucificado podría sensibilizarnos para acudir generosamente a nuestros hermanos en necesidad. El amor de Dios por nosotros, mostrado en la cruz, nos lleve a amarle a él también en nuestros hermanos que sufren y nos necesitan.

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