miércoles, 24 de septiembre de 2008

Domingo XXVI del Tiempo Ordinario - A-


Cuando el malvado se convierte de la maldad,
salva su propia vida

Lectura de la profecía de Ezequiel 18, 25-28
Así dice el Señor:
“Ustedes comentan: “no es justo el proceder del Señor. Escucha, pueblo de Israel: ¿es injusto mi proceder?, ¿No es más bien el proceder de ustedes el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá. Palabra de Dios. 


Salmo responsorial (Salmo 24)

R.- Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.


Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando. R.-
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. R.-
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.-

Tengan entre ustedes los sentimientos propios de Cristo Jesús

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 1-11

Hermanos:
Si quieren ustedes darme el consuelo de Cristo y aliviarme con su amor, si nos une el mismo Espíritu y tienen entrañas compasivas, denme esta gran alegría: manténganse unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obren por rivalidad ni por ostentación, déjense guiar por la humildad y consideren siempre a los demás superiores a ustedes mismos. No se encierren en sus intereses, sino busquen todos el interés de los demás. Tengan entre ustedes los sentimientos de Cristo Jesús.
Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: “Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre”. Palabra de Dios. 

Aleluya
Jn 10, 27
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Mis ovejas escuchan mi voz —dice el Señor—,
        y yo las conozco, y ellas me siguen..   R/.

Se arrepintió y fue. Los publicanos y las prostitutas van por delante de ustedes en el reino de Dios

Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
“¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña". Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?
Contestaron: “El primero”.
Entonces Jesús les dijo:
Les aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes enseñándoles el camino de la salvación, y no le creyeron; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y ustedes, a pesar de esto, no se arrepintieron ni creyeron en él. Palabra del Señor. 

Una decisión personal

El tema de hoy es nuestra responsabilidad personal ante nuestro destino eterno. Es el mensaje tanto de la primera lectura como de la parábola evangélica.
Nuestra felicidad eterna es un don gratuito de Dios. Nos llama a la vida y nos quiere hacer partícipes de su propia felicidad. Pero, somos libres. En consecuencia, la salvación es fruto también de nuestra colaboración y de nuestra libre elección. "Aquel que te ha creado sin que tú lo hayas pedido, no te salvará sin que tu lo desees", afirma san Agustín. Signo de esta libertad del hombre es su capacidad de convertirse del mal al bien, de volverse bueno en lugar de malo.
En el evangelio de hoy, el Padre Dios llama a sus hijos a colaborar con él. Se presenta como un padre que pide la libre colaboración de nosotros, sus hijos, en el cultivo de la "viña familiar". Esta viña de Dios son el mundo y la Iglesia. Dios nos encomienda la tarea de hacerlos más solidarios y fraternos.
La parábola de hoy condena un cristianismo "declamatorio", hinchado de lindas palabras, pero vacío de hechos convincentes. ¡Cuántos cristianos se hallan en estas condiciones! A las palabras deben seguir las acciones. A los principios, la conducta coherente, el ejemplo personal. Lo que decide nuestro destino eterno no es lo que decimos o sabemos, sino lo que hacemos. Bien sabemos todos que, al final de la vida, no nos juzgarán por la doctrina, sino por los hechos: el pan compartido con el hambriento, el abrigo ofrecido al desnudo, la compasión practicada con el enfermo, el encarcelado ...

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