lunes, 8 de septiembre de 2008

Domingo XXIII del Teimpo Ordinario - A-


Sí no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre

Lectura de la profecía de Ezequiel        33,7-9

Así dice el Señor: «A ti, hijo de Adán, yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel; cuando escuches palabras de mi boca, les advertirás de mi parte. Si yo digo al malvado: "¡Malvado, eres reo de muerte!", y tú no le adviertes para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tu adviertes al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, el morirá por su culpa, pero tu habrás salvado la vida».
                                                                          Palabra de Dios. 


Salmo (94) 

R. Escuchemos la voz del Señor. 

- Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R.


- Entren, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo el rebano que el guía. R.

- Ojalá escuchen hoy su voz: «No endurezcan el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando sus padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.

La plenitud de la ley es el amor

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 13 8-10

Hermanos: A nadie le deban nada, más que amor porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.
                                                                            Palabra de Dios. 

Aclamación antes del Evangelio 2Co 5 19

Aleluya, aleluya. 
Dios en Cristo, estaba reconciliando al mundo consigo, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. 
Aleluya.

Si te hace caso, has salvado a tu hermano

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18,15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca, llámale la atención a solas. Si te hace caso has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o como un publicano.
Les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
Les aseguro, además, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del Cielo. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». 
                                                                     Palabra del Señor. 

CORRECCION Y “PROMOCION” FRATERNA

Dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que yerra, es un deber de justicia para todos. Todos somos "centinelas" los unos de los otros; todos debemos cuidarnos y ayudarnos mutuamente. ¡Cuántas vidas han mejorado, se han transformado por un buen consejo! ¡Cuántos de nosotros debemos reconocer que hemos mejorado porque otros han sido capaces de decirnos cosas que no veíamos en nosotros mismos o en los problemas que nos afectan!
Aconsejar, corregir es un arte difícil. Requiere tacto y comprensión. La corrección ha de hacerse con ecuanimidad y delicadeza. "Nunca reprendas si en tus labios no puede dibujarse una sonrisa, y si en tu corazón no reina la paz", aconsejaba san Francisco de Sales.
A esta “corrección” conviene llamarla de otra manera: podríamos hablar de "promoción fraterna". Porque no se trata de quitar los defectos del otro, que quizá me molestan. La finalidad es ayudarlo en su promoción, como persona y como cristiano, para que siga avanzando y creciendo en su camino personal. Esta "promoción fraterna" debe hacerse con amor. Algunos consejos prácticos al respecto:
- Un seguidor de Jesús siempre debe estar dispuesto a escuchar.
- Saber esperar que el otro madure y progrese, es otra importante actitud.
Hay ocasiones en que no se puede ni se debe decir toda la verdad "de golpe". Es necesario proceder gradualmente, con paciencia.
- Hagamos el esfuerzo de meternos en la piel del hermano: "No hagas a otra lo que no quieres que hagan contigo".
- Al evaluar los defectos ajenos, es oportuno ponderar cómo seríamos nosotros si hubiésemos nacido y crecido en el ambiente en que ello hizo, cuales son los condicionamientos que han marcado y formado su persona.
- La oración ha de preceder a todo el proceso. Nos ayudará a encontrar equilibrio, a evitar "camuflados" deseos de venganza.
- Luchemos para no "dar un caso por perdido". Hay que ser capaces de insistir, con prudencia y tacto, porque creemos en un Dios que siempre ofrece al hombre la posibilidad de la conversión y del avance.

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