viernes, 16 de noviembre de 2018

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario - B


LECTURA DE LA PROFECÍA DE DANIEL 12, 1-3

Por aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que se ocupa de los hijos de tu pueblo; serán tiempos difíciles como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora.
Entonces se salvará tu pueblo: todos los que se encuentran inscritos en el libro.
Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán: unos para vida eterna, otros para vergüenza e ignominia perpetua.
Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 15, 5 y 8. 9-10. 11

R. PROTÉGEME, DIOS MÍO, QUE ME REFUGIO EN TI.

El Señor es el lote de mi  heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al  Señor,
con él a mi derecha no  vacilaré. R.

Por eso se me alegra el  corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa  esperanzada.
Porque no me abandonarás en la  región de los muertos
ni dejarás a tu fiel conocer  la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la  vida,
me saciarás de gozo en tu  presencia,
de alegría perpetua a tu  derecha. R.

LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS 10, 11-14. 18

Todo sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.
Pero Cristo, después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, está sentado para siempre jamás a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.
Con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados.
Ahora bien, donde hay perdón, no hay ya ofrenda por los pecados.
Palabra de Dios

ALELUYA Lc 21, 36abd
Estad despiertos en todo tiempo, pidiendo manteneros en pie ante el Hijo del hombre.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 13, 24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo el cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre».
Palabra del Señor

Comentario

Este evangelio, que la Iglesia presenta cuando ya se acerca el final del año litúrgico, recuerda a los cristianos "la época del cumplimiento de las promesas". Se trata de las promesas que se condensan en esta buena noticia, la gran noticia que a todos nos pueden dar: la instauración del reinado de Dios en la humanidad. No se trata de un momento concreto de la historia; no será un acontecimiento determinadoSerá un proceso lento y largo en el que el Dios humanizado en Jesús se hará presente entre los humanos, hasta humanizar este mundo liberándolo de la deshumanización que origina tanto sufrimiento y tanta opresión.

Jesús dice que este grandioso proceso se producirá mediante la caída del sol, la luna y las estrellas. Con este lenguaje figurado, que Marcos toma de los profetas de Israel, el Evangelio afirma que la humanización de este mundo se producirá mediante la caída de los grandes imperios opresores. Uno tras otro, todos irán cayendo, se irán derrumbando. Es el anuncio gozoso de los grandes profetas (Is 13, 9 s; 34, 4; Jr 4, 23-24; Ez 32, 7 s; JI 3, 4; 4, 1-8...). Se irá debilitando la opresión, se implantará progresivamente la justicia, la igualdad, la solidaridad.


Además este proceso grandioso, de esperanza y gozo, se llevará a cabo de tal forma que en él, a diferencia de los antiguos anuncios proféticos, no irá acompañado de calamidades que afecten a la tierra; ni habrá sujetos que experimenten terror ante el eclipse de los astrosTodo lo contrario, será un proceso de creciente humanización y liberaciónTal es el anuncio de esperanza que Dios nos promete en Jesús. Pero se trata de una promesa que se realiza mediante la progresiva humanización de los individuos, los grupos, las instituciones y las naciones.

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