PRIMERA LECTURA
En nada tuve la riqueza en comparación de la Sabiduría
Lectura del libro de la Sabiduría 7, 7-14.
Pedí y se me concedió la prudencia;
supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría.
Y la preferí a los cetros y tronos,
y en nada tuve la riqueza en comparación de ella.
Ni a la piedra más preciosa la equiparé,
porque todo el oro a su lado es un puñado de arena
y barro parece la plata en su presencia.
La amé más que la salud y la hermosura,
y quise que fuera, más que otra, la luz que me alumbrara,
porque la claridad que de ella nace no conoce noche.
Con ella me vinieron a la vez todos los bienes,
me trajo en sus manos riquezas incalculables.
Y yo me regocijé con todos estos bienes porque la Sabiduría me los traía,
aunque ignoraba que ella fuese su madre.
Con sencillez la aprendí y sin envidia la comunico;
no me guardo ocultas sus riquezas
porque es para los hombres un tesoro inagotable
y los que la adquieren se granjean la amistad de Dios
recomendados a él por los dones que les trae la instrucción.
Palabra de Dios
Salmo responsorial Sal 39, 3-4. 10-11. 17.
V/. He proclamado tu lealtad, Señor.
Asentó mis pies sobre la roca,
consolidó mis pasos.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad,
ante la gran asamblea.
Alégrense y gocen conmigo,
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean tu salvación.
SEGUNDA LECTURA
Realizando la verdad en el amor,
hagamos crecer todas las cosas hacia Cristo
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 4, 7-15.
Hermanos: A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia
según la medida del don de Cristo.
Por eso dice la Escritura:
«Subió a lo alto llevando cautivos
y dio dones a los hombres».
El «subió» supone que había bajado
a lo profundo de la tierra;
y el que bajó es el mismo que subió
por encima de los cielos para llenar el universo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles,
a otros, profetas, a otros, evangelistas,
a otros, pastores y doctores,
para el perfeccionamiento de los fieles,
en función de su ministerio,
y para la edificación del cuerpo de Cristo;
hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe
y en el conocimiento del Hijo de Dios,
al Hombre perfecto,
a la medida de Cristo en su plenitud.
Para que ya no seamos niños
sacudidos por las olas
y llevados al retortero por todo viento de doctrina,
en la trampa de los hombres,
que con astucia conduce al error;
sino que realizando la verdad en el amor,
hagamos crecer todas las cosas hacia él,
que es la cabeza: Cristo.
Aleluya
Aleluya, aleluya.
La lengua del justo es plata selecta y
los labios del justo alimentan a muchos.
Aleluya.
EVANGELIO
Proclamad el Evangelio a toda la creación
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 16, 15-20.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once, y les dijo:
–Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice, se salvará;
el que se resista a creer, será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos:
echarán demonios en mi nombre,
hablarán lenguas nuevas,
cogerán serpientes en sus manos,
y si beben un veneno mortal, no les hará daño.
Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
El Señor Jesús, después de hablarles,
ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes,
y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra
con los signos que los acompañaban. Palabra del Señor
De los sermones de san Antonio de Padua (I, 16)
La palabra tiene fuerza
cuando va acompañada de las obras
El que está lleno del Espíritu Santo habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son
los diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la pobreza, la
paciencia y la obediencia, que son las palabras con que hablamos cuando los demás
pueden verlas reflejadas en nuestra conducta. La palabra tiene fuerza cuando va
acompañada de las obras. Cesen, por favor, las palabras y sean las obras quienes hablen.
Estamos repletos de palabras, pero vacíos de obras, y, por esto, el Señor nos maldice
como maldijo aquella higuera en la que no halló fruto, sino hojas tan sólo. «La norma del
predicador –dice san Gregorio– es poner por obra lo que predica». En vano se esfuerza
en propagar la doctrina cristiana el que la contradice con sus obras.
Pero los apóstoles hablaban según el Espíritu les sugería. ¡Dichoso el que habla según le
sugiere el Espíritu Santo y no según su propio sentir! Porque hay algunos que hablan
movidos por su propio espíritu, roban las palabras de los demás y las proponen como
suyas, atribuyéndoselas a sí mismos. De estos tales y de otros semejantes dice el Señor
por boca de Jeremías: Aquí estoy yo contra los profetas que se roban mis palabras uno a
otro. Aquí estoy yo contra los profetas –oráculo del Señor– que manejan la lengua para
echar oráculos. Aquí estoy yo contra los profetas de sueños falsos –oráculo del Señor–,
que los cuentan para extraviar a mi pueblo, con sus embustes y jactancias. Yo no los
mandé ni los envié, por eso, son inútiles a mi pueblo –oráculo del Señor–.
Hablemos, pues, según nos sugiera el Espíritu Santo, pidiéndole con humildad y
devoción que infunda en nosotros su gracia, para que completemos el significado
quincuagenario del día de Pentecostés, mediante el perfeccionamiento de nuestros cinco
sentidos y la observancia de los diez mandamientos, y para que nos llenemos de la ráfaga
de viento de la contrición, de manera que, encendidos e iluminados por los sagrados
esplendores, podamos llegar a la contemplación del Dios uno y trino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario