martes, 30 de mayo de 2017

MISA VESPERTINA DE PENTECOSTÉS

MISA VESPERTINA DE LA VIGILIA DE PENDECOSTES
Solemnidad

Se llama Babel, porque allí confundió el Señor el lenguaje de toda la tierra


Lectura del libro del Génesis 11, 1-9

        Después del diluvio, toda la tierra hablaba la misma lengua y empleaba las mismas palabras.
Al emigrar los hombres de oriente, encontraron una llanura en el país de Senaar y se establecieron allí.
Y se dijeron unos a otros:
—«Vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos al fuego».
Emplearon ladrillos en vez de piedras, y asfalto en vez de cemento.
Y dijeron:
—«Vamos a construir una ciudad y una torre cuya cúspide alcance al cielo, para hacernos famosos, y para no dispersarnos por la superficie de la tierra».
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; y se dijo:
—«Son un solo pueblo con un mismo lenguaje. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y a confundir su lenguaje, de modo que no se entiendan entre sí».
El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad.
Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor el lenguaje de todo el mundo, y desde allí los dispersó por toda la superficie de la tierra.

                                                                                                                                                                         Palabra de Dios.
o bien

El Señor bajó al monte Sinaí a la vista del pueblo

Lectura del libro del Éxodo 19, 3-8a. 16-20b

En aquellos días, Moisés subió a encontrarse con Dios.
El Señor lo llamó desde la montaña, diciendo:
—«Así dirás a la descendencia de Jacob, y esto anunciarás a los hijos de Israel:
«Ya han visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a ustedes los he llevado sobre alas de águila y los he traído a mí. Ahora, pues, si de veras escuchan mi voz y guardan mi alianza, ustedes serán mi propiedad exclusiva entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Éstas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel».
Moisés convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había mandado.
Todo el pueblo, a una, respondió:
—«Haremos todo cuanto ha dicho el Señor».
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre la montaña y se oyó un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció de temblor.
Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie de la montaña. Todo el Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Subía humo como de un horno, y toda la montaña retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y el Señor le respondía con el trueno. El Señor bajó a la montaña del Sinaí, a la cumbre de la montaña, y ordenó a Moisés que subiera a la montaña.
                                                                    Palabra de Dios.
o bien 

Huesos secos, traeré sobre ustedes espíritu, y vivirán.

Lectura del libro de Ezequiel 37,1-14
En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mí y, con su Espíritu, el Señor me sacó y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó:
—«Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?».
Yo respondí:
—«Señor, tú lo sabes».
Él me dijo:
—«Profetiza un oráculo sobre estos huesos y diles: “¡Huesos secos, escuchen la palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos: Yo mismo traeré sobre ustedes espíritu, y vivirán. Pondré sobre ustedes tendones, haré crecer sobre ustedes carne, extenderé sobre ustedes piel, les infundiré espíritu, y vivirán. Y sabrán que yo soy el Señor”».
Yo profeticé como me había ordenado y, mientras yo profetizaba, se produjo un temblor, y los huesos se juntaron unos con otros. Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido, y la piel los recubría; pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo:
—«Conjura al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: “Así dice el Señor: Ven, espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan”».
Yo profeticé como él me había ordenado; y el espíritu penetró en ellos, y así revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.
Y me dijo:
—«Hijo de hombre, estos huesos son el pueblo de Israel, que dice: “Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza se ha desvanecido, estamos destrozados”. Por eso, profetiza y diles: “Así dice el Señor: Yo mismo abriré sus sepulcros, y los haré salir de sus sepulcros, pueblo mío, y los traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra sus sepulcros y los saque de sus sepulcros, pueblo mío, sabrán que soy el Señor. Les infundiré mi espíritu, y vivirán; los colocaré en su tierra y sabrán que yo, el Señor, lo digo y lo hago”». Oráculo del Señor.
                                                             Palabra de Dios.

O bien 

Sobre mis siervos y siervas derramaré mi Espíritu

Lectura de la profecía de Joel 3, 1-5
Así dice el Señor:

«Derramaré mi Espíritu sobre todos los hombres:

profetizarán sus hijos e hijas,

sus ancianos tendrán sueños,

sus jóvenes verán visiones.

También sobre mis siervos y siervas

derramaré mi Espíritu aquellos días.

Haré prodigios en el cielo y la tierra:

sangre, fuego y columnas de humo.

El sol se oscurecerá,

y la luna se pondrá como sangre,

antes de que llegue el día del Señor,

día grande y terrible.

Y todos los invoquen el nombre el Señor

se salvarán.

Porque en el monte del Sión y en Jerusalén se encontrará refugio;

como lo ha prometido el Señor,

y entre los sobrevivientes estarán los que llame el Señor».
                                                                    Palabra de Dios.
Salmo responsorial (103)

R. Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra.

Bendice alma mía al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R.

Cuántas son tus obras, Señor,
yo todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas. R.

Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes. R.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y renuevas la faz de la tierra. R.


Segunda Lectura

El Espíritu intercede con gemidos que no se pueden expresar

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,22-27

Hermanos:
Sabemos que hasta el presente la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto.
Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que no se ve ya no es esperanza. Pues ¿cómo es posible esperar una cosa que nos se ve?
Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.
Pero además el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no se pueden expresar.
Y el que sondea los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
                                                                         Palabra de Dios

Aleluya

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor.

Evangelio

Brotarán manantiales de agua viva

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 7,37-39

El último día, el más solemne de la fiestas, Jesús, puesto en pie, exclamó:
_ "El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí, que beba.
Como dice la Escritura: de sus entrañas brotarán manantiales de agua viva".
Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él.
Porque el Espíritu no había sido dado todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado. 

                                                                     Palabra del Señor.


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