Celebración litúrgica de la Virgen del
Carmen
Antífona de entrada
Salve, Madre Santa, Virgen, Madre del Rey
que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.
Monición de entrada
Hoy celebramos la festividad en
honor a la Virgen María, bajo la advocación de Virgen del Carmen” La liturgia
da gracias a Dios nuestro Padre por ese don inmenso de su amor, de culto y
alabanza a María contemplando su misterio y su misión como Madre universal de
todos los hombres y Reina del Carmelo. La experiencia espiritual del Carmelo
nos desvela especialmente dos notas de María: Es la Virgen Orante, modelo de
todo cristiano en la meditación y vivencia de la Palabra y es la Madre
espiritual que nos lleva en nuestra vida cristiana hacia la plenitud de Cristo.
Dispongámonos a vivir agradecidos este día la fiesta, poniéndonos de pie y
entonando con alegría el canto de entrada.
Saludo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo.
Acto penitencial
Yo confieso…
Gloria ….
Oración
colecta
TE suplicamos, Señor,
que nos ayuda la admirable intercesión de la gloriosa Virgen María, para que,
protegidos por su ayuda, consigamos llegar hasta el monte que es Cristo. Él,
que vive y reina contigo.
MONICIONES A LAS LECTURAS
PRIMERA LECTURA
En la primera lectura, tomada del
primer libro de los reyes, se manifiesta el poder de Dios ante el mundo y
quienes no tienen su confianza puesta en él. Como fruto de la oración de su
siervo Elías, Dios derrama su bendición como lluvia ante el pueblo que sufría
por la sequía y el hambre, esto como una prueba para el rey Ajab y el pueblo de
que él, es el verdadero Dios. Esta es la misma experiencia del cristiano con
María, subimos al monte junto a ella como esa sierva del Señor a la cual
acudimos confiadamente. Escuchemos con atención.
SEGUNDA LECTURA
Pablo, alude a la Madre de Jesús,
y expresa que Cristo, intervino totalmente en la historia. De esta manera,
subraya la solidaridad liberadora del Señor, con todo el género humano.
Escuchemos atentamente.
SANTO EVANGELIO
En el Santo evangelio según san
Juan, se nos presenta a María, que está a los pies de la cruz, aquí ejerce su
rol de madre de los creyentes, además de Madre de Jesús, Con el gesto de
confiarla al discípulo predilecto –figura de todos los discípulos fieles hasta
la cruz-Jesús quiere manifestar esta nueva maternidad de la Virgen. Puestos en
pie, entonamos el canto de Aleluya y escuchamos la proclamación del evangelio.
LECTURAS BÍBLICAS.
1ª LECTURA 1Rey 18, 1-2. 41-46
Lectura del primer libro de los
Reyes.
Al tercer año, la palabra del Señor llegó a Elías, en
estos términos: “Ve a presentarte a Ajab, y Yo enviaré lluvia a la superficie
del suelo”. Entonces Elías partió para presentarse ante Ajab y le dijo: “Sube a
comer y a beber, porque ya se percibe el ruido de la lluvia”. Ajab subió a
comer y a beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se postró
en tierra, con el rostro entre las rodillas. Y dijo a su servidor: “Sube y mira
hacia el mar”. Él subió, miró y dijo: “No hay nada”. Elías añadió: “Vuelve a
hacerlo siete veces”. La séptima vez, el servidor dijo: “Se eleva del mar una
nube, pequeña como la palma de una mano”. Elías dijo: “Ve a decir a Ajab:
Engancha el carro y baja, para que la lluvia no te lo impida”. El cielo se
oscureció cada vez más por las nubes y el viento, y empezó a llover
copiosamente. Ajab subió a su carro y partió para Izreel. La mano del Señor se
posó sobre Elías; él se ató el cinturón y corrió delante de Ajab hasta la
entrada de Izreel. Palabra de Dios.
SALMO Sal 129, 1-8
R. En el Señor se encuentra la misericordia.
Desde lo más profundo te invoco, Señor, ¡Señor, oye mi
voz!. Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. R.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá
subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido. R.
Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra.
Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. R.
Como el centinela espera la aurora, espere Israel al
Señor, porque en Él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia:
Él redimirá a Israel de todos sus pecados. R.
2ª LECTURA Gál 4, 4-7
Lectura de la carta del Apóstol
san Pablo a los cristianos de Galacia.
Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo establecido,
Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los
que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos. Y la prueba de que
ustedes son hijos, es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su
Hijo, que clama a Dios llamándolo: ¡Abbá!, es decir, ¡Padre! Así, ya no eres
más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios. Palabra de Dios.
ALELUYA Lc 1, 42
Aleluya. ¡Bendita eres entre todas las mujeres, y
bendito el fruto de tu vientre! Aleluya.
EVANGELIO Jn 19, 25-27
Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Juan.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana
de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y
cerca de ella al discípulo a quien Él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes
a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquella
hora, el discípulo la recibió en su casa. Palabra
del Señor.
O
BIEN
Lectura de la profecía de
Zacarías 2, 14-17
Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque Yo
vengo a habitar en medio de ti -oráculo del Señor- Aquel día, muchas naciones
se unirán al Señor: ellas serán un pueblo para Él y habitarán en medio de ti.
¡Así sabrás que me ha enviado a ti el Señor de los ejércitos!
El Señor
tendrá a Judá como herencia, como su parte en la Tierra santa, y elegirá de
nuevo a Jerusalén. ¡Que callen todos los hombres delante del Señor, porque Él
surge de su santa Morada! Palabra de
Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Lc
1, 46-55
R.
El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
Su
nombre es santo.
Mi alma canta la
grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador. R.
Porque Él miró con
bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las
generaciones me llamarán feliz,
porque el
Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo! R.
Su misericordia se
extiende de generación en generación
sobre aquellos que lo
temen.
Desplegó la fuerza de
su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón. R.
Derribó a los
poderosos de su trono
y elevó a los
humildes.
Colmó de bienes a los
hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías. R.
Socorrió a Israel, su
servidor,
acordándose de su
misericordia,
como lo había
prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham
y de su descendencia para siempre. R.
ALELUYA Lc 11, 28
Felices los que
escuchan la palabra de Dios y la practican.
Del Evangelio según San Mateo (Mt 12,46-50).
Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre
y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. Alguien le dijo:
«Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte».
Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son
mis hermanos?».
Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó:
«Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi
Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre». Palabra
del Señor.
Reflexión
CREDO
Oración
de los fieles
C: Invoquemos a Dios nuestro Padre en esta solemnidad de
la Virgen María del Monte Carmelo para que, por su intercesión, derrame sus
gracias sobre toda la humanidad y digamos con fe:
-
Por
la santa Iglesia de Cristo que en María contempla su Madre y modelo, para que
aprenda a escuchar la Palabra y a proclamarla a toda la humanidad, roguemos al
Señor.
-
Por
todos aquellos que invocan a María como Madre y Protectora, para que encuentren
en Ella refugio en las adversidades y estímulo en la vida cristiana, roguemos
al Señor.
-
Por
las personas que llevan el santo Escapulario del Carmen, signo de consagración
y de esperanza, para que aprendan a imitar las virtudes de la Virgen y reflejen
en sus obras una vida evangélica, roguemos al Señor.
-
Por
quienes invocan a María, la Virgen del Carmen, en los peligros de la tierra y
del mar, para que por ella lleguen a Cristo, Salvador de la humanidad, roguemos
al Señor.
-
Por
aquellas personas que duermen ya el sueño de la paz para que, por intercesión
de la Virgen María, gocen de las alegrías del cielo, roguemos al Señor.
-
Por
todos nosotros, para que la participación en el misterio de Cristo, nacido de
la Virgen María, nos ayude a ser en el mundo testigos del amor de Dios,
roguemos al Señor.
C: Escucha, Padre Santo, la oración de tu Iglesia, y por la intercesión de la Santísima Virgen del Carmen, concédenos cuanto te hemos pedido. Por Jesucristo nuestro Señor.
Padre Nuestro
3 Ave Marías
La paz
Antífona
de comunión Cf. Lc 11, 27
Bienaventurado
el vientre de María, la Virgen, que llevó al Hijo del eterno Padre.
Oración
final
Te suplicamos, Señor, que la poderosa intercesión de
la Virgen María, en su advocación del monte Carmelo, nos ayude y nos haga
llegar hasta Cristo, monte de salvación. Que vive y reina contigo. Por los
siglos de los siglos.
REFLEXIONES
Primera
Reflexión
Lazos de amor, no de sangre
En el día de la Memoria (opcional) de Nuestra Señora
del Carmen, la liturgia presenta el pasaje de Mateo relativo al grado de
"familiaridad" con Jesús. Un grado que no es de sangre, sino de
imitación: "Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo,
ese es mi hermano, mi hermana y mi madre". Uno pasa a formar parte de
"su familia" no por la sangre, sino por una elección libre y personal
que se traduce en el compromiso de hacer la voluntad del Padre.
María, la primera discípula
Como confirmación de lo que se acaba de decir, fue el
propio Jesús quien respondió a una mujer que ensalzaba a su Madre:
"¡Bendito el vientre que te llevó y el pecho del que tomaste leche!".
Jesús replicó: "Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y
la cumplen" (Lc 11,27-28). Pero hay que tener presente que María es la que
sabe escuchar, la que sabe guardar, la que sabe remitirse a su Hijo:
"Haced lo que Él os diga" (Jn 2,5). María es la que nunca abandona a
su Hijo Jesús, ni siquiera en el camino hacia la Cruz, y se mantiene de pie
junto a la Cruz. Es una discípula que nunca abandona al Señor Jesús.
María, modelo para los cristianos
Todo esto nos lleva a querer imitar a la Virgen María.
En el Monte Carmelo, los monjes lo hicieron y lo hacen, pero todo cristiano
está llamado a mirar a María para aprender de ella, y a encomendarse a su
intercesión para guardar la pureza de la fe contra los ídolos baales de hoy.
El escapulario que libera de las
penas del purgatorio
A San Simón Stock, que propagó la devoción de Nuestra
Señora del Monte Carmelo y compuso un bello himno para ella, el Flos Carmeli,
la Virgen le aseguró que los que mueran llevando el escapulario se salvarán.
Segunda
reflexión
«Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre, ése es
(…) mi madre»
Fray Valentí SERRA i Fornell
(Barcelona, España)
Hoy recordamos a la Virgen bajo la popular advocación
del Carmen. La Sagrada Escritura celebra la belleza de la montaña del Carmelo
donde el profeta Elías defendió la pureza de la fe. En el fragmento evangélico
de esta jornada, Jesús —el Señor— elogia indirectamente la pureza de la fe de
su Madre Santísima la cual, de manera perfecta, cumplió la voluntad del Padre
del cielo (cf. Mt 12,50), tanto que Ella ha llegado a ser para todas las
generaciones de discípulos el modelo más perfecto de cómo escuchar y vivir
fructuosamente la Palabra divina.
Esta Palabra no puede permanecer escondida, sino que
ha de resplandecer e iluminar a todo el mundo. Por esto, los cristianos hemos
de ser una suerte de “portalámparas” del Evangelio a través del cumplimiento
fiel y asiduo de la voluntad del Padre celestial, tal como diariamente nos lo
enseña a hacer nuestra Madre Santísima, quien, de modo semejante a nosotros,
también tuvo que «peregrinar por los caminos de la fe» (Concilio Vaticano II).
A propósito de la fe de María y de su docilidad en el
cumplimiento de la voluntad del Padre, el papa san Pablo VI manifestó que María
«tenía la fe que suponía, no la evidencia directa del conocimiento, sino la
aceptación de la verdad por la Palabra de Dios que la revela». En el Reino de
Dios, que Jesús ha inaugurado, el motivo de gloria o de pertenencia, no se ha
de poner en el parentesco según la sangre, ya que se trata de un reino
espiritual donde las relaciones de parentesco con Jesús se forjan a partir de
la obediencia a su Palabra, lo cual ha de conducirnos a amar y servir a los
hermanos.
¡Que Ella, María, nos confirme en nuestra vocación
cristiana y nos aumente el gusto para saborear las cosas espirituales y, que
bajo su guía y protección, podamos ascender a las cimas más elevadas de la
montaña que es Cristo, su Hijo!
De los sermones de San León Magno, papa
Dios elige a una virgen de la descendencia real de
David; y esta virgen, destinada a llevar en su seno el fruto de una sagrada fecundación,
antes de concebir corporalmente a su prole, divina y humana a la vez, la
concibió en su espíritu. Y, para que no se espantara, ignorando los designios
divinos, al observar en su cuerpo unos cambios inesperados, conoce, por la
conversación con el ángel, lo que el Espíritu Santo ha de operar en ella. Y la
que ha de ser Madre de Dios confía en que su virginidad ha de permanecer sin
detrimento. ¿Por qué había de dudar de este nuevo género de concepción, si se
le promete que el Altísimo pondrá en juego su poder? Su fe y su confianza
quedan, además, confirmadas cuando el ángel le da una prueba de la eficacia
maravillosa de este poder divino, haciéndole saber que Isabel ha obtenido
también una inesperada fecundidad: el que es capaz de hacer concebir a una
mujer estéril puede hacer lo mismo con una mujer virgen.
Así pues, el Verbo de Dios, que es Dios, el Hijo de
Dios, que en el principio estaba junto a Dios, por medio del cual se hizo todo,
y sin el cual no se hizo nada, se hace hombre para librar al hombre de la
muerte eterna; se abaja hasta asumir nuestra pequeñez, sin menguar por ello su
majestad, de tal modo que, permaneciendo lo que era y asumiendo lo que no era,
une la auténtica condición de esclavo a su condición divina, por la que es
igual al Padre; la unión que establece entre ambas naturalezas es tan
admirable, que ni la gloria de la divinidad absorbe la humanidad, ni la
humanidad disminuye en nada la divinidad.
Quedando, pues, a salvo el carácter propio de cada una
de las naturalezas, y unidas ambas en una sola persona, la majestad asume la
humildad, el poder la debilidad, la eternidad la mortalidad; y, para saldar la
deuda contraída por nuestra condición pecadora, la naturaleza invulnerable se
une a la naturaleza pasible, Dios verdadero y hombre verdadero se conjugan
armoniosamente en la única persona del Señor; de este modo, tal como convenía
para nuestro remedio, el único y mismo mediador entre Dios y los hombres pudo a
la vez morir y resucitar, por la conjunción en él de esta doble condición. Con
razón, pues, este nacimiento salvador había de dejar intacta la virginidad de
la madre, ya que fue a la vez salvaguarda del pudor y alumbramiento de la
verdad.
Tal era, amadísimos, la clase de nacimiento que
convenía a Cristo, fuerza y sabiduría de Dios; con él se mostró igual a
nosotros por su humanidad, superior a nosotros por su divinidad. Si no hubiera
sido Dios verdadero, si no hubiera podido remediar nuestra situación; si no
hubiera sido hombre verdadero, no hubiera podido darnos ejemplo.
Por eso, al nacer el Señor, los ángeles cantan llenos de gozo: Gloria a Dios en el cielo, y proclaman: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Ellos ven, en efecto, que la Jerusalén celestial se va edificando por medio de todas las naciones del orbe. ¿Cómo, pues, no habría de alegrarse la pequeñez humana ante esta obra inenarrable de la misericordia divina, cuando incluso los coros sublimes de los ángeles encontraban en ella un gozo tan intenso?
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