ORACIÓN EN EL VELORIO
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo.
Bajen santos
de Dios, salgan al paso, ángeles de Señor, para conducir su alma de nuestro (a)
hermano (a) (nombre), para
presentarla a la presencia del Altísimo.
Señor, ten
piedad
Cristo ten
piedad
Señor, ten
piedad
Padre nuestro…
De la puerta
del infierno. Libra Señor su alma.
Señor,
escucha nuestra oración; y llegue a ti nuestro clamor.
1.
Oración
Dios de eterna misericordia, escucha las oraciones que
te dirigimos, por el alma de tu hijo (a): (nombre),
a quien llamaste de este mundo a tu presencia; por tu gran misericordia, Señor,
concédele el perdón de todos sus pecados y olvídalos para siempre; y así como
creyó y esperó en ti, llévale al gozo eterno de tu Reino celestial. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén
-
Dale Señor el descanso eterno y
brille para él la luz perpetua (3 veces)
- Descanse en paz. Así sea.
2.
Lectura de la Palabra de Dios
Del Evangelio según San Juan (14, 1-6)
se hace la señal de la Cruz
En aquél tiempo dijo Jesús:
No se entristezcan;
crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas
habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un
lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo,
para que donde yo esté, estén también ustedes. Para ir a donde yo voy, ustedes
ya conocen el camino. Entonces Tomás le dijo: 'Señor, nosotros no sabemos
adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?' Jesús contestó: 'Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.
Palabra del Señor.
3.
Pensamientos para leer despacio
El evangelio que acabamos de leer se sitúa en la última Cena de Jesús con sus amigos, y más en concreto, el día antes de morir.
Jesús abre su corazón, tiene una necesidad inmensa de
comunicarse, es como su testamento.
Nosotros estamos viviendo también lo mismo: un momento
cargado de contradicciones, de oscuridad y de una luz inesperada. Durante estas
horas, ha pasado por nuestra mente todo lo que hemos compartido con nuestro
hermano…. Agradecidos a la vida, pero sintiendo que se ha acabado. La muerte y
la vida, el amor con toda su fuerza, pero sintiendo la impotencia de su
realización plena. Son momentos duros y difíciles.
Jesús nos acompaña.
Jesús se ofrece como el mejor amigo que está a nuestro
lado sin condiciones. Él sabe acompañar y escuchar silenciosamente. Aquellos
hombres que compartieron con Él la última Cena, el día antes de morir, nos
ofrecen a Jesús como amigo.
Él sabe de corazones que no pueden encajar el dolor o
sufrimiento ante la muerte. Por eso nos conforta con sus palabras: "Que no
tiemble su corazón". La muerte no es el final, hay más vida, mucha más
vida, toda una vida en la presencia de Dios.
Jesús hoy nos descubre toda la vida que hemos
compartido con nuestro hermano. Y no como nostalgia, sino como vida definitiva. Pues todo el amor que
hemos compartido, el perdón y la ayuda a las demás personas, el disfrutar y
sufrir juntos, forma parte de esta casa de todos que es la Casa de Dios Padre.
Jesús nos quiere llevar por el
camino hacia la Casa de Dios Padre.
No resulta fácil. Cuando ha muerto un ser querido, hay
demasiadas cosas y demasiados sentimientos para llegar a sentir a Jesús en
nuestra vida. Pero siempre podemos preguntarle lo de Tomás: "Señor, no
sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?". Una y otra vez
volvemos a estar desconcertados, y es que la muerte es un desconcierto en las
personas.
Y Jesús nos vuelve a decir: "Yo soy el camino, y
la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí". El camino de la
vida sigue abierto, la muerte no lo puede cerrar. Ese camino está con Jesús,
que es la Verdad y la Vida. Es el camino que pasa por el corazón, porque en él
hay un recuerdo muy nuestro: el amor que hemos tenido a nuestro hermano
(nombre), y que para él ahora es vida nueva, vida resucitada.
"Que no tiemble su corazón. Cuando vaya y les
prepare sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde estoy Yo, estén
también ustedes". Hoy Jesús nos habla directo al corazón porque se
presenta como el amigo y Señor de la Vida.
Un minuto de silencio
4.
Salmo de meditación
Todos responden:
R. Yo pongo mi esperanza en Ti,
Señor, y confío en tu Palabra.
Desde lo más íntimo te invoco;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
R. Yo pongo mi esperanza en Ti,
Señor, y confío en tu Palabra.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
R. Yo pongo mi esperanza en Ti,
Señor, y confío en tu Palabra.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
R. Yo pongo mi esperanza en Ti,
Señor, y confío en tu Palabra.
Porque el Señor es misericordioso,
Y está dispuesto a perdonar;
y él redimirá a su pueblo
de todos sus pecados.
R. Yo pongo mi esperanza en Ti,
Señor, y confío en tu Palabra.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
ahora y siempre al Dios que es, que era y que vendrá
por los siglos de los siglos. Amén.
R. Yo pongo mi esperanza en Ti, Señor, y confío en tu Palabra.
5.
Peticiones
Todos responden:
“Te lo pedimos, Señor”
Por quienes gobiernan las naciones, para que actúen
con integridad, justicia, honor, promoviendo la paz, la luz y el avance de
todos los habitantes del país que lideran. Fomentando el amor, la paz y la justicia. Roguemos al Señor
R. Te lo pedimos, Señor
Por aquellos que sufren, tanto física como
espiritualmente. Así como por los enfermos, por los afligidos, por los que
están solos, por los que buscan empleo sin encontrarlo. Para que no se sientan
desamparados por Dios. Roguemos al Señor.
R. Te lo pedimos, Señor
Para que nuestro Señor Dios, con su misericordia,
libere a nuestro hermano (nombre del difunto) del reino de las sombras y la
muerte. Roguemos al Señor.
R. Te lo pedimos, Señor
Y finalmente, que lo acoja junto a él, entre sus
santos y ángeles en el cielo. Roguemos al Señor.
R. Te lo pedimos,
Señor
Además, que tenga a bien situarlo junto a él, entre
los Santos y los Ángeles del cielo. Roguemos al Señor.
R. Te lo pedimos, Señor
Para que Dios Nuestro Señor se digne ofrecernos
consuelo ahora, mientras lloramos y sufrimos la pérdida de nuestro hermano
(nombre del difunto). Roguemos al Señor.
R. Te lo pedimos, Señor
Por todos aquellos, nuestros seres queridos y amigos,
que ya han fallecido, para que sean acogidos por el Señor en su asamblea de
santos y elegidos. Roguemos al Señor.
R. Te lo pedimos, Señor
6.
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
7.
Oración final
Dios y padre nuestro; creador del cielo y de la
tierra, que movido por tu permanente amor de Padre, nos diste a tu propio Hijo
Jesucristo para que nos enseñara con su evangelio el camino que conduce a la
verdadera felicidad. Y no sólo eso, sino que muriendo Él en la cruz por amor a
nosotros hizo posible que nuestros pecados fueran perdonados, y que todos
nuestros sufrimientos tengan un sentido de salvación. Y con su resurrección de
entre los muertos, nos da la certeza de que todos los difuntos resucitarán un
día.
Creyendo todo esto con firme fe cristiana, te pedimos
por la Santísima Virgen María, nuestra Señora del Carmen, Madre de Jesucristo nuestro
Señor, y patrona de todas las almas del purgatorio, que nuestro (a) querido (a)
hermano (a) purificado (a) completamente de su faltas, goce para siempre en el
cielo de la presencia de Dios y de la compañía de todos los santos. Te lo pedimos
por Cristo nuestro Señor. Amén.