sábado, 14 de septiembre de 2024

ORACIÓN POR LOS DIFUNTOS

 

ORACIÓN EN EL VELORIO

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Bajen santos de Dios, salgan al paso, ángeles de Señor, para conducir su alma de nuestro (a) hermano (a) (nombre), para presentarla a la presencia del Altísimo.

Señor, ten piedad

Cristo ten piedad

Señor, ten piedad

 

Padre nuestro…

De la puerta del infierno. Libra Señor su alma.

Señor, escucha nuestra oración; y llegue a ti nuestro clamor.

1.     Oración

Dios de eterna misericordia, escucha las oraciones que te dirigimos, por el alma de tu hijo (a): (nombre), a quien llamaste de este mundo a tu presencia; por tu gran misericordia, Señor, concédele el perdón de todos sus pecados y olvídalos para siempre; y así como creyó y esperó en ti, llévale al gozo eterno de tu Reino celestial. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

-         Dale Señor el descanso eterno y brille para él la luz perpetua (3 veces)

-         Descanse en paz. Así sea.

2.     Lectura de la Palabra de Dios

Del Evangelio según San Juan (14, 1-6)

se hace la señal de la Cruz

En aquél tiempo dijo Jesús:

No se entristezcan; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Para ir a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino. Entonces Tomás le dijo: 'Señor, nosotros no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?' Jesús contestó: 'Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

Palabra del Señor.

3.     Pensamientos para leer despacio

El evangelio que acabamos de leer se sitúa en la última Cena de Jesús con sus amigos, y más en concreto, el día antes de morir.

Jesús abre su corazón, tiene una necesidad inmensa de comunicarse, es como su testamento.

Nosotros estamos viviendo también lo mismo: un momento cargado de contradicciones, de oscuridad y de una luz inesperada. Durante estas horas, ha pasado por nuestra mente todo lo que hemos compartido con nuestro hermano…. Agradecidos a la vida, pero sintiendo que se ha acabado. La muerte y la vida, el amor con toda su fuerza, pero sintiendo la impotencia de su realización plena. Son momentos duros y difíciles.

Jesús nos acompaña.

Jesús se ofrece como el mejor amigo que está a nuestro lado sin condiciones. Él sabe acompañar y escuchar silenciosamente. Aquellos hombres que compartieron con Él la última Cena, el día antes de morir, nos ofrecen a Jesús como amigo.

Él sabe de corazones que no pueden encajar el dolor o sufrimiento ante la muerte. Por eso nos conforta con sus palabras: "Que no tiemble su corazón". La muerte no es el final, hay más vida, mucha más vida, toda una vida en la presencia de Dios.

Jesús hoy nos descubre toda la vida que hemos compartido con nuestro hermano. Y no como nostalgia, sino como vida definitiva. Pues todo el amor que hemos compartido, el perdón y la ayuda a las demás personas, el disfrutar y sufrir juntos, forma parte de esta casa de todos que es la Casa de Dios Padre.

Jesús nos quiere llevar por el camino hacia la Casa de Dios Padre.

No resulta fácil. Cuando ha muerto un ser querido, hay demasiadas cosas y demasiados sentimientos para llegar a sentir a Jesús en nuestra vida. Pero siempre podemos preguntarle lo de Tomás: "Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?". Una y otra vez volvemos a estar desconcertados, y es que la muerte es un desconcierto en las personas.

Y Jesús nos vuelve a decir: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí". El camino de la vida sigue abierto, la muerte no lo puede cerrar. Ese camino está con Jesús, que es la Verdad y la Vida. Es el camino que pasa por el corazón, porque en él hay un recuerdo muy nuestro: el amor que hemos tenido a nuestro hermano (nombre), y que para él ahora es vida nueva, vida resucitada.

"Que no tiemble su corazón. Cuando vaya y les prepare sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde estoy Yo, estén también ustedes". Hoy Jesús nos habla directo al corazón porque se presenta como el amigo y Señor de la Vida.

Un minuto de silencio

4.     Salmo de meditación

Todos responden:

R. Yo pongo mi esperanza en Ti, Señor, y confío en tu Palabra.

Desde lo más íntimo te invoco;

Señor, escucha mi voz;

estén tus oídos atentos

a la voz de mi súplica.

R. Yo pongo mi esperanza en Ti, Señor, y confío en tu Palabra.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,

¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón,

y así infundes respeto.

R. Yo pongo mi esperanza en Ti, Señor, y confío en tu Palabra.

Mi alma espera en el Señor,

espera en su palabra;

mi alma aguarda al Señor,

más que el centinela la aurora.

R. Yo pongo mi esperanza en Ti, Señor, y confío en tu Palabra.

Porque el Señor es misericordioso,

Y está dispuesto a perdonar;

y él redimirá a su pueblo

de todos sus pecados.

R. Yo pongo mi esperanza en Ti, Señor, y confío en tu Palabra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,

ahora y siempre al Dios que es, que era y que vendrá

por los siglos de los siglos. Amén.

R. Yo pongo mi esperanza en Ti, Señor, y confío en tu Palabra.

5.     Peticiones

Todos responden:

 “Te lo pedimos, Señor”

Por quienes gobiernan las naciones, para que actúen con integridad, justicia, honor, promoviendo la paz, la luz y el avance de todos los habitantes del país que lideran. Fomentando el amor, la paz y la justicia. Roguemos al Señor

R. Te lo pedimos, Señor

Por aquellos que sufren, tanto física como espiritualmente. Así como por los enfermos, por los afligidos, por los que están solos, por los que buscan empleo sin encontrarlo. Para que no se sientan desamparados por Dios. Roguemos al Señor.

R. Te lo pedimos, Señor

Para que nuestro Señor Dios, con su misericordia, libere a nuestro hermano (nombre del difunto) del reino de las sombras y la muerte. Roguemos al Señor.

R. Te lo pedimos, Señor

Y finalmente, que lo acoja junto a él, entre sus santos y ángeles en el cielo. Roguemos al Señor.

R. Te lo pedimos, Señor

Además, que tenga a bien situarlo junto a él, entre los Santos y los Ángeles del cielo. Roguemos al Señor.

R. Te lo pedimos, Señor

Para que Dios Nuestro Señor se digne ofrecernos consuelo ahora, mientras lloramos y sufrimos la pérdida de nuestro hermano (nombre del difunto). Roguemos al Señor.

R. Te lo pedimos, Señor

Por todos aquellos, nuestros seres queridos y amigos, que ya han fallecido, para que sean acogidos por el Señor en su asamblea de santos y elegidos. Roguemos al Señor.

R. Te lo pedimos, Señor

6.     La Salve

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,

a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,

vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,

y después de este destierro, muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,

para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén

7.     Oración final

Dios y padre nuestro; creador del cielo y de la tierra, que movido por tu permanente amor de Padre, nos diste a tu propio Hijo Jesucristo para que nos enseñara con su evangelio el camino que conduce a la verdadera felicidad. Y no sólo eso, sino que muriendo Él en la cruz por amor a nosotros hizo posible que nuestros pecados fueran perdonados, y que todos nuestros sufrimientos tengan un sentido de salvación. Y con su resurrección de entre los muertos, nos da la certeza de que todos los difuntos resucitarán un día.

Creyendo todo esto con firme fe cristiana, te pedimos por la Santísima Virgen María, nuestra Señora del Carmen, Madre de Jesucristo nuestro Señor, y patrona de todas las almas del purgatorio, que nuestro (a) querido (a) hermano (a) purificado (a) completamente de su faltas, goce para siempre en el cielo de la presencia de Dios y de la compañía de todos los santos. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

viernes, 6 de septiembre de 2024

Solemnidad de la Virgen del Carmen

Celebración litúrgica de la Virgen del Carmen

 

Antífona de entrada

Salve, Madre Santa, Virgen, Madre del Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.

Monición de entrada

Hoy celebramos la festividad en honor a la Virgen María, bajo la advocación de Virgen del Carmen” La liturgia da gracias a Dios nuestro Padre por ese don inmenso de su amor, de culto y alabanza a María contemplando su misterio y su misión como Madre universal de todos los hombres y Reina del Carmelo. La experiencia espiritual del Carmelo nos desvela especialmente dos notas de María: Es la Virgen Orante, modelo de todo cristiano en la meditación y vivencia de la Palabra y es la Madre espiritual que nos lleva en nuestra vida cristiana hacia la plenitud de Cristo. Dispongámonos a vivir agradecidos este día la fiesta, poniéndonos de pie y entonando con alegría el canto de entrada.

Saludo.

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Acto penitencial

Yo confieso…

Gloria ….

Oración colecta

TE suplicamos, Señor, que nos ayuda la admirable intercesión de la gloriosa Virgen María, para que, protegidos por su ayuda, consigamos llegar hasta el monte que es Cristo. Él, que vive y reina contigo.

MONICIONES A LAS LECTURAS

PRIMERA LECTURA

En la primera lectura, tomada del primer libro de los reyes, se manifiesta el poder de Dios ante el mundo y quienes no tienen su confianza puesta en él. Como fruto de la oración de su siervo Elías, Dios derrama su bendición como lluvia ante el pueblo que sufría por la sequía y el hambre, esto como una prueba para el rey Ajab y el pueblo de que él, es el verdadero Dios. Esta es la misma experiencia del cristiano con María, subimos al monte junto a ella como esa sierva del Señor a la cual acudimos confiadamente. Escuchemos con atención.

SEGUNDA LECTURA

Pablo, alude a la Madre de Jesús, y expresa que Cristo, intervino totalmente en la historia. De esta manera, subraya la solidaridad liberadora del Señor, con todo el género humano. Escuchemos atentamente.

SANTO EVANGELIO

En el Santo evangelio según san Juan, se nos presenta a María, que está a los pies de la cruz, aquí ejerce su rol de madre de los creyentes, además de Madre de Jesús, Con el gesto de confiarla al discípulo predilecto –figura de todos los discípulos fieles hasta la cruz-Jesús quiere manifestar esta nueva maternidad de la Virgen. Puestos en pie, entonamos el canto de Aleluya y escuchamos la proclamación del evangelio.

LECTURAS BÍBLICAS.

1ª LECTURA 1Rey 18, 1-2. 41-46

Lectura del primer libro de los Reyes.

Al tercer año, la palabra del Señor llegó a Elías, en estos términos: “Ve a presentarte a Ajab, y Yo enviaré lluvia a la superficie del suelo”. Entonces Elías partió para presentarse ante Ajab y le dijo: “Sube a comer y a beber, porque ya se percibe el ruido de la lluvia”. Ajab subió a comer y a beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se postró en tierra, con el rostro entre las rodillas. Y dijo a su servidor: “Sube y mira hacia el mar”. Él subió, miró y dijo: “No hay nada”. Elías añadió: “Vuelve a hacerlo siete veces”. La séptima vez, el servidor dijo: “Se eleva del mar una nube, pequeña como la palma de una mano”. Elías dijo: “Ve a decir a Ajab: Engancha el carro y baja, para que la lluvia no te lo impida”. El cielo se oscureció cada vez más por las nubes y el viento, y empezó a llover copiosamente. Ajab subió a su carro y partió para Izreel. La mano del Señor se posó sobre Elías; él se ató el cinturón y corrió delante de Ajab hasta la entrada de Izreel. Palabra de Dios.

SALMO Sal 129, 1-8

R. En el Señor se encuentra la misericordia.

Desde lo más profundo te invoco, Señor, ¡Señor, oye mi voz!. Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. R.

Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido. R.

Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. R.

Como el centinela espera la aurora, espere Israel al Señor, porque en Él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia: Él redimirá a Israel de todos sus pecados. R.

 2ª LECTURA Gál 4, 4-7

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia.

Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos. Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo: ¡Abbá!, es decir, ¡Padre! Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios. Palabra de Dios.

ALELUYA Lc 1, 42

Aleluya. ¡Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! Aleluya.

EVANGELIO Jn 19, 25-27

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien Él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Palabra del Señor.

 

O BIEN

Lectura de la profecía de Zacarías     2, 14-17

Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque Yo vengo a habitar en medio de ti -oráculo del Señor- Aquel día, muchas naciones se unirán al Señor: ellas serán un pueblo para Él y habitarán en medio de ti. ¡Así sabrás que me ha enviado a ti el Señor de los ejércitos!

    El Señor tendrá a Judá como herencia, como su parte en la Tierra santa, y elegirá de nuevo a Jerusalén. ¡Que callen todos los hombres delante del Señor, porque Él surge de su santa Morada! Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL    Lc 1, 46-55

R. El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.

Su nombre es santo.

Mi alma canta la grandeza del Señor,

y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador. R.

Porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora.

En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,

porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:

¡su Nombre es santo! R.

Su misericordia se extiende de generación en generación

sobre aquellos que lo temen.

Desplegó la fuerza de su brazo,

dispersó a los soberbios de corazón. R.

Derribó a los poderosos de su trono

y elevó a los humildes.

Colmó de bienes a los hambrientos

y despidió a los ricos con las manos vacías. R.

Socorrió a Israel, su servidor,

acordándose de su misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,

en favor de Abraham

y de su descendencia para siempre. R.

ALELUYA     Lc 11, 28

Felices los que escuchan la palabra de Dios y la practican.

Del Evangelio según San Mateo (Mt 12,46-50).

Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte».

Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?».

Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».  Palabra del Señor.

Reflexión

CREDO

Oración de los fieles

C: Invoquemos a Dios nuestro Padre en esta solemnidad de la Virgen María del Monte Carmelo para que, por su intercesión, derrame sus gracias sobre toda la humanidad y digamos con fe:     

-         Por la santa Iglesia de Cristo que en María contempla su Madre y modelo, para que aprenda a escuchar la Palabra y a proclamarla a toda la humanidad, roguemos al Señor.      

-         Por todos aquellos que invocan a María como Madre y Protectora, para que encuentren en Ella refugio en las adversidades y estímulo en la vida cristiana, roguemos al Señor.      

-         Por las personas que llevan el santo Escapulario del Carmen, signo de consagración y de esperanza, para que aprendan a imitar las virtudes de la Virgen y reflejen en sus obras una vida evangélica, roguemos al Señor.       

-         Por quienes invocan a María, la Virgen del Carmen, en los peligros de la tierra y del mar, para que por ella lleguen a Cristo, Salvador de la humanidad, roguemos al Señor. 

-         Por aquellas personas que duermen ya el sueño de la paz para que, por intercesión de la Virgen María, gocen de las alegrías del cielo, roguemos al Señor.       

-         Por todos nosotros, para que la participación en el misterio de Cristo, nacido de la Virgen María, nos ayude a ser en el mundo testigos del amor de Dios, roguemos al Señor.

C: Escucha, Padre Santo, la oración de tu Iglesia, y por la intercesión de la Santísima Virgen del Carmen, concédenos cuanto te hemos pedido. Por Jesucristo nuestro Señor.

Padre Nuestro

3 Ave Marías

La paz

Antífona de comunión          Cf. Lc 11, 27

Bienaventurado el vientre de María, la Virgen, que llevó al Hijo del eterno Padre.

Oración final

Te suplicamos, Señor, que la poderosa intercesión de la Virgen María, en su advocación del monte Carmelo, nos ayude y nos haga llegar hasta Cristo, monte de salvación. Que vive y reina contigo. Por los siglos de los siglos.

 

REFLEXIONES

Primera Reflexión

Lazos de amor, no de sangre

En el día de la Memoria (opcional) de Nuestra Señora del Carmen, la liturgia presenta el pasaje de Mateo relativo al grado de "familiaridad" con Jesús. Un grado que no es de sangre, sino de imitación: "Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre". Uno pasa a formar parte de "su familia" no por la sangre, sino por una elección libre y personal que se traduce en el compromiso de hacer la voluntad del Padre.

María, la primera discípula

Como confirmación de lo que se acaba de decir, fue el propio Jesús quien respondió a una mujer que ensalzaba a su Madre: "¡Bendito el vientre que te llevó y el pecho del que tomaste leche!". Jesús replicó: "Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen" (Lc 11,27-28). Pero hay que tener presente que María es la que sabe escuchar, la que sabe guardar, la que sabe remitirse a su Hijo: "Haced lo que Él os diga" (Jn 2,5). María es la que nunca abandona a su Hijo Jesús, ni siquiera en el camino hacia la Cruz, y se mantiene de pie junto a la Cruz. Es una discípula que nunca abandona al Señor Jesús.

María, modelo para los cristianos

Todo esto nos lleva a querer imitar a la Virgen María. En el Monte Carmelo, los monjes lo hicieron y lo hacen, pero todo cristiano está llamado a mirar a María para aprender de ella, y a encomendarse a su intercesión para guardar la pureza de la fe contra los ídolos baales de hoy.

El escapulario que libera de las penas del purgatorio

A San Simón Stock, que propagó la devoción de Nuestra Señora del Monte Carmelo y compuso un bello himno para ella, el Flos Carmeli, la Virgen le aseguró que los que mueran llevando el escapulario se salvarán.

Segunda reflexión

«Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre, ése es (…) mi madre»

Fray Valentí SERRA i Fornell

(Barcelona, España)

Hoy recordamos a la Virgen bajo la popular advocación del Carmen. La Sagrada Escritura celebra la belleza de la montaña del Carmelo donde el profeta Elías defendió la pureza de la fe. En el fragmento evangélico de esta jornada, Jesús —el Señor— elogia indirectamente la pureza de la fe de su Madre Santísima la cual, de manera perfecta, cumplió la voluntad del Padre del cielo (cf. Mt 12,50), tanto que Ella ha llegado a ser para todas las generaciones de discípulos el modelo más perfecto de cómo escuchar y vivir fructuosamente la Palabra divina.

Esta Palabra no puede permanecer escondida, sino que ha de resplandecer e iluminar a todo el mundo. Por esto, los cristianos hemos de ser una suerte de “portalámparas” del Evangelio a través del cumplimiento fiel y asiduo de la voluntad del Padre celestial, tal como diariamente nos lo enseña a hacer nuestra Madre Santísima, quien, de modo semejante a nosotros, también tuvo que «peregrinar por los caminos de la fe» (Concilio Vaticano II).

A propósito de la fe de María y de su docilidad en el cumplimiento de la voluntad del Padre, el papa san Pablo VI manifestó que María «tenía la fe que suponía, no la evidencia directa del conocimiento, sino la aceptación de la verdad por la Palabra de Dios que la revela». En el Reino de Dios, que Jesús ha inaugurado, el motivo de gloria o de pertenencia, no se ha de poner en el parentesco según la sangre, ya que se trata de un reino espiritual donde las relaciones de parentesco con Jesús se forjan a partir de la obediencia a su Palabra, lo cual ha de conducirnos a amar y servir a los hermanos.

¡Que Ella, María, nos confirme en nuestra vocación cristiana y nos aumente el gusto para saborear las cosas espirituales y, que bajo su guía y protección, podamos ascender a las cimas más elevadas de la montaña que es Cristo, su Hijo!

 

De los sermones de San León Magno, papa

Dios elige a una virgen de la descendencia real de David; y esta virgen, destinada a llevar en su seno el fruto de una sagrada fecundación, antes de concebir corporalmente a su prole, divina y humana a la vez, la concibió en su espíritu. Y, para que no se espantara, ignorando los designios divinos, al observar en su cuerpo unos cambios inesperados, conoce, por la conversación con el ángel, lo que el Espíritu Santo ha de operar en ella. Y la que ha de ser Madre de Dios confía en que su virginidad ha de permanecer sin detrimento. ¿Por qué había de dudar de este nuevo género de concepción, si se le promete que el Altísimo pondrá en juego su poder? Su fe y su confianza quedan, además, confirmadas cuando el ángel le da una prueba de la eficacia maravillosa de este poder divino, haciéndole saber que Isabel ha obtenido también una inesperada fecundidad: el que es capaz de hacer concebir a una mujer estéril puede hacer lo mismo con una mujer virgen.

Así pues, el Verbo de Dios, que es Dios, el Hijo de Dios, que en el principio estaba junto a Dios, por medio del cual se hizo todo, y sin el cual no se hizo nada, se hace hombre para librar al hombre de la muerte eterna; se abaja hasta asumir nuestra pequeñez, sin menguar por ello su majestad, de tal modo que, permaneciendo lo que era y asumiendo lo que no era, une la auténtica condición de esclavo a su condición divina, por la que es igual al Padre; la unión que establece entre ambas naturalezas es tan admirable, que ni la gloria de la divinidad absorbe la humanidad, ni la humanidad disminuye en nada la divinidad.

Quedando, pues, a salvo el carácter propio de cada una de las naturalezas, y unidas ambas en una sola persona, la majestad asume la humildad, el poder la debilidad, la eternidad la mortalidad; y, para saldar la deuda contraída por nuestra condición pecadora, la naturaleza invulnerable se une a la naturaleza pasible, Dios verdadero y hombre verdadero se conjugan armoniosamente en la única persona del Señor; de este modo, tal como convenía para nuestro remedio, el único y mismo mediador entre Dios y los hombres pudo a la vez morir y resucitar, por la conjunción en él de esta doble condición. Con razón, pues, este nacimiento salvador había de dejar intacta la virginidad de la madre, ya que fue a la vez salvaguarda del pudor y alumbramiento de la verdad.

Tal era, amadísimos, la clase de nacimiento que convenía a Cristo, fuerza y sabiduría de Dios; con él se mostró igual a nosotros por su humanidad, superior a nosotros por su divinidad. Si no hubiera sido Dios verdadero, si no hubiera podido remediar nuestra situación; si no hubiera sido hombre verdadero, no hubiera podido darnos ejemplo.

Por eso, al nacer el Señor, los ángeles cantan llenos de gozo: Gloria a Dios en el cielo, y proclaman: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Ellos ven, en efecto, que la Jerusalén celestial se va edificando por medio de todas las naciones del orbe. ¿Cómo, pues, no habría de alegrarse la pequeñez humana ante esta obra inenarrable de la misericordia divina, cuando incluso los coros sublimes de los ángeles encontraban en ella un gozo tan intenso?

sábado, 13 de julio de 2024

DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 


Lecturas del XV Domingo del Tiempo Ordinario. 14 Jul 2024

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Amós (7,12-15)

En aquellos días, dijo Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, a Amós: «Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en Casa-de-Dios, porque es el santuario real, el templo del país.»

Respondió Amós: «No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: «Ve y profetiza a mi pueblo de Israel.»»

Palabra de Dios

 

Salmo. Sal 84

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación

Voy a escuchar lo que dice el Señor:

«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»

La salvación está ya cerca de sus fieles,

y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

 

La misericordia y la fidelidad se encuentran,

la justicia y la paz se besan;

la fidelidad brota de la tierra,

y la justicia mira desde el cielo. R/.

 

El Señor nos dará lluvia,

y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él,

la salvación seguirá sus pasos. R/.

 

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,3-14):

Bendito sea Dios, Padre nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.

Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria. Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en el que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria. Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,7-13):

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.

Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del Domingo 14 de julio de 2024

Queridos hermanos, paz y bien.

Ilustración Domingo XV Ordinario B- Cerezo Barredo. También en verano la Liturgia nos sigue iluminando. Porque es un tiempo para el descanso físico, sin descuidar el desarrollo espiritual. Por eso las iglesias no cierran. Y seguimos caminando con Jesús, para seguirle, como los Apóstoles. Aunque estemos en verano, conviene recordar varias cosas relativas a nuestra vida cristiana y a nuestro seguimiento de Jesús. De envío va el mensaje hoy. Y, que no se nos olvide, la Palabra siempre se refiere a nuestra vida.

El ambiente en los tiempos del profeta Amós no era especialmente agradable. En este libro profético, vemos un cuadro bastante pesimista de la situación de Israel. Bajo la apariencia de piedad, la realidad es que el pueblo se ha alejado de Dios. El Señor ha estado enviando avisos, y ¡no habéis vuelto a mí!, oráculo de Yahveh.” (Am 4,11)

El pobre Amós no era profeta. Era un cultivador de higos, al que le llega la llamada en medio de sus actividades. Y ya vimos la semana pasada que su tarea no fue fácil, porque le hicieron poco caso. Pero no dejó de ser señal, de recordar que Dios nunca abandona a sus fieles, aunque éstos lo abandonen a Él.

También hoy el ambiente es poco propicio. No “está de moda” hablar de Dios, confesar la fe e incluso llevar distintivos religiosos. Y, también hoy, hay muchos “profetas”, gente sencilla, que sigue diciendo lo que está bien y lo que está mal, y llevando el anuncio del Reino por todo el mundo.

 

Pablo lo recuerda, de otra manera: “Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos”. Es la Carta a los Efesios, que nos acompañará durante casi dos meses. Somos hijos de Dios, y Él está siempre de nuestro lado. Ese es el gran proyecto de Dios para la familia humana: que seamos la gran familia de los hijos de Dios; que actuemos entre nosotros como hermanos, no como extraños. El que nos ha llamado es fiel, y no nos defraudará.

Para nosotros, es importante recordar esto, porque también a nosotros nos ha elegido Jesús, de manera especial. A cada uno nos trata de forma particularísima y especialísima, sabe lo que pasa por nuestra cabeza y nuestro corazón, y también entiende como somos. Por eso nos llama, nos elige y nos da una tarea, Hay toda una vida por delante, para desarrollarla y alcanzar la felicidad.

Cuando descubrimos lo que Dios quiere de nosotros, viene la segunda parte cumplir con ello. Cristo nos envía, para que llevemos a cabo su voluntad. No estamos donde estamos por pura casualidad. La casualidad es el paso de Dios por nuestra vida. Pensar en el hecho de que el mismo Jesús nos quiere ahí, para hacer lo que hacemos, permite ver todo de otra manera. Nuestra misión no es cosa nuestra, es cosa de Dios. “Hágase en mí según Tu Palabra”, como lema de vida.

Somos elegidos por Dios y somos enviados por Él, como lo fue Jesús. Somos otro Jesús en medio de nuestro mundo. Estamos llamados a anunciar su Buena Noticia con nuestra manera de vivir. Seguramente encontraremos dificultades, rechazos. Quizá tendremos que decir cosas que no caigan bien, denunciar actitudes, injusticias. Quizá nos pase como al profeta Amós y nos digan: “vete a tu casa a predicar allí y métete en tus asuntos”. Amós, que era pastor de ovejas, contestó: “El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo de Israel”. Y eso es lo que hizo. Y eso es lo que tendremos que hacer también nosotros.

Los discípulos de Jesús salieron a la misión con poco equipaje. No se trata de impresionar con los medios utilizados, o con la fuerza o el poder de las personas que anuncian, sino con el mensaje que intentan transmitir: el Reino de Dios ya está entre nosotros, y los discípulos, testigos de su crecimiento, actuarán con los poderes del mismo Cristo. Como hizo el Bautista, apelan a la conciencia de cada uno, para que todos se conviertan, renuncien a lo que les separa de Dios, y abran los ojos a su Luz. Ese anuncio se hace por medio de personas débiles, como lo somos nosotros, pero respaldadas por la llamada divina.

Es una tarea dura, porque se trata de “proponer”, no de “imponer”. Cada uno es cada uno, y muchos renuncian a la posibilidad de cambiar. Decía la canción: “déjame en paz, que no me quiero salvar, que en el infierno no estoy tan mal”. Muchos siguen pensando así. Pero a nosotros nos corresponde anunciarles el mensaje, para que, por lo menos, tengan la ocasión de cambiar.

Cada vez que rezamos el “Padrenuestro”, cada vez que celebramos la Eucaristía, estamos recordando que somos todos hermanos. El mismo Dios nos prepara la mesa, comparte su Palabra y nos regala los dones que le presentamos. Y, al final (“Ite, Missa est”) nos envía a ser testigos. Que no se nos olvide nunca que somos cristianos las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. No sólo durante el tiempo que dure la Eucaristía. Incluso en verano.

Todos debemos continuar dejando signos, señales del Reino de Dios. No a todos se les ha dado el poder de expulsar demonios y curar enfermos, pero todos podemos ayudar a los que tenemos cerca a superar sus miedos, a librarse de supersticiones y falsas imágenes de Dios, a vivir su fe de modo más libre. Y todos podemos servir a los enfermos, acompañarlos, escucharlos y llevarlos un poco de consuelo. Así seremos testigos, servidores de la vida. Para que el mundo a nuestro alrededor sea un poco mejor.

Anunciamos al Dios de la vida, al Dios del amor, que ama la vida y no odia nada de lo que ha creado, como nos recuerda el viejo libro de la Sabiduría. Lo hemos de anunciar con nuestras palabras; lo hemos de anunciar sobre todo con nuestra forma de vivir.

ORACIÓN POR LOS DIFUNTOS

  ORACIÓN EN EL VELORIO En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Bajen santos de Dios, salgan al paso, ángeles de Señor, ...