domingo, 14 de diciembre de 2008

Domingo III de Adviento - Ciclo B


Oración al encender la tercera vela de la corona 

En las tinieblas se encendió una luz,
en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar.
Preparen sus caminos, porque ya se acerca.
Adornen su alma
como una novia se engalana el día de su boda.
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz,
sino el que nos anuncia la luz
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes.
¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

Desbordo de gozo con el Señor

Lectura del libro de Isaías. 61, 1-2a. 1 0-11

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, ya los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido con traje de salvación y me ha envuelto con manto de justicia, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como la tierra echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y la alabanza ante todos los pueblos. Palabra de Dios. 

Salmo: Lc 1,46-48.49-50.53-54

R. Se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador.

- Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones./R.
- Porque el Poderoso ha hecho obras gran des por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. /R.
- A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia. /R.

Que su espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 5,16-24 

Hermanos: Estén siempre alegres. Oren constantemente. Den gracias en toda ocasión, pues esto es lo que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús. No apaguen el fuego del Espíritu; no desprecien el don de profecía; sino examínenlo todo. Y quédense con lo bueno. Guárdense de toda clase de maldad. Que el mismo Dios de la paz los santifique totalmente, los conserve íntegros en espíritu, alma y cuerpo, y sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El, que los ha llamado, es fiel y cumplirá sus promesas. 
Palabra de Dios.

En medio de ustedes hay uno que no conocen 

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 1 ,6-8.19-28

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: “¿Tú quien eres?” El confesó sin reservas: “Yo no soy el Mesías”. Le preguntaron: “¿Entonces, qué? ¿Eres tu Elías?” El dijo: “No lo soy”. “¿Eres tú el Profeta?” Respondió: “No”. Y le dijeron: “¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?» El contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanen el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías». Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; pero en medio de ustedes hay uno que no conocen, que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de su sandalia». Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando. Palabra del Señor. 

La alegría cristiana

El mensaje de hoy se centra en la alegría cristiana y su fundamento. Como dijo el famoso escritor Chesterton, "la alegría es el gigantesco secreto del cristiano". La alegría cristiana no es la satisfacción momentánea que sentimos cuando "las cosas van bien". Ella tiene un fundamento sobrenatural: La presencia y la acción de Dios en nuestro corazón.
Por eso, para sostener nuestra alegría, cobra especial importancia la indicación del Bautista: "en medio de ustedes hay alguien a quien no conocen". En efecto, si no conocemos a Jesús y no lo "reconocemos" en medio de las personas y acontecimientos de nuestra vida, se nos escaparán el gozo y la alegría cristiana.
A Cristo se lo conoce leyendo y releyendo el evangelio, y confrontando nuestra vida con la suya. El Adviento es ocasión propicia para examinarnos en este aspecto básico de nuestra Fe: ¿Conocemos a Jesús? Nadie ama lo que no conoce.
Es importante señalar otra importante consecuencia: La experiencia de Jesús y la consecuente experiencia de la alegría cristiana se traduce en obras de apostolado y caridad. El que "conoce" a Jesús, el que está enamorado de Jesús, quiere que otros lo conozcan y vivan la alegría de la fe, de la nueva vida que trae Jesús. La alegría de estar junto a Jesús, el Señor, de pertenecer al Padre todo providente, de ser templo del Espíritu Santo, enciende el corazón, produce ese entusiasmo evangelizador y caritativo que torna nuestra vida rica de significado y de obras.
Conocer a Jesucristo y darlo a conocer por nuestro alegre testimonio de fe y caridad es un programa para toda la vida.

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