jueves, 28 de agosto de 2008

Domingo XXII del Tiempo Ordinario - A-


La palabra del Señor se me volvió insulto y burla

Lectura del libro de Jeremías                         20,7-9

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me venciste. Yo era motivo de riza todo el día, todos se burlaban de mí. Si hablo, es a gritos, clamando ¡violencia, destrucción!, la palabra del Señor se me volvió insulto y burla constantes, y me dije: No me acordaré de él, no hablaré más en su Nombre. Pero la sentía dentro como fuego ardiente encerrado en los huesos: hacía esfuerzos por contenerla y no podía. 
                                                                              Palabra de Dios. 

Salmo responsorial (62)

R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

- Oh Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti como tierra reseca, sedienta, sin agua. R.

- ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. R.

- Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. R.

- Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma esta unida a ti, y tu diestra me sostiene. R.


Ofréscanse como sacrificio vivo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos   12,1-2

Ahora, hermanos, por la misericordia de Dios, los invito a ofrecerse como sacrificio vivo, santo, aceptable a Dios: este es el verdadero culto. 
No se acomoden a este mundo, por el contrario transfórmense interiormente con una mentalidad nueva para discernir la voluntad de Dios, lo que es bueno y aceptable y perfecto. 
                                                                             Palabra de Dios.


 ALELUYA     Ef 1, 17-18

Aleluya, aleluya, aleluya.


El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro

corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos

llama.


El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo               16,21-27

En aquel tiempo, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, padecer mucho por causa de los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, sufrir la muerte y al tercer día resucitar. 
Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderlo: «¡Dios no lo permita, Señor! No te sucederá tal cosa».
Él se volvió y dijo a Pedro: «¡Aléjate, Satanás!, quieres hacerme caer. Piensas como los hombres, no como Dios». 
Entonces Jesús dijo a los discípulos: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. El que quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda la vida por mi causa; la salvará. ¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo, si pierde su vida? ¿qué precio pagará por su vida? El Hijo del hombre ha de venir con la gloria de su Padre y acompañado de sus ángeles. Entonces pagará a cada uno según su conducta ».
                                                                           Palabra del Señor. 

EL SECRETO DE LA CRUZ

Nada más urgente que aprender la lección de la cruz. La cruz material se compone de dos palos: uno, une el cielo con la tierra; el otro, un horizonte con el otro. Se alargan en todas direcciones, abrazan todo el ámbito de la existencia. Hay leyes naturales que actúan con absoluta indiscriminación, sin pedirnos permiso: enfermedad, accidentes, desgracias de todo tipo... El cristiano las mira con los ojos de la Fe. Sabe que Dios no quiere el sufrimiento de sus hijos, y mientras se esfuerza en superarlas con todos los medios a su alcance, pone en ello mucho amor: Sólo el amor a los designios inescrutables de Dios da fuerza para llevar la cruz.

Tengamos presente que "cargar la cruz" hay que entenderlo en el contexto de la vida de Jesús. No se trata de buscar el dolor por el dolor, ni siquiera de "resignarse" pasivamente ante él. ¡Esa no es la enseñanza de Jesús! La esencia del cristianismo no consiste en sufrir mucho, sino en amar mucho. Frente al dolor, en todas sus formas, hay que luchar por superarlo. Pero luchar apoyados en la fe, es decir, en la convicción de que Dios lucha a nuestro lado.

La cruz que hay que cargar cada día es la esforzada decisión de superar el propio egoísmo, de no retener la vida para uno mismo, desentendiéndose de la humanidad; sino gastarla gozosamente en el servicio del Señor a través del servicio a los hermanos. Sólo vive el que convive. Pero convivir es renunciar a considerarse el centro del universo. Es disponerse a aceptar a los otros, a buscar su bien y su felicidad, a tal punto que vale la pena callar para que los otros hablen; vale la pena esforzarse y sacrificarse para que otros sufran menos, sonrían más: ¿De qué le sirve la vida al hombre encerrado en sí mismo, aislado, incapaz de amar y darse a los demás?

A través de su ejemplo, Jesús nos da el secreto de su propia cruz y de la nuestra: el amor. Y, junto al amor, la esperanza: donde está la cruz, la resurrección está a su lado.

jueves, 14 de agosto de 2008

La Asunción de la Virgen María


El hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la mujer huyó al desierto

Lectura del libro del Apocalipsis 11,19a; 12, 1.3-6a.10ab
Se abrió el Templo de Dios que está en cielo el santuario de Dios y quedó a la vista el arca de la alianza. Y apareció en el cielo un gran signo: Una mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz. Y apareció en el cielo otro signo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El dragón se puso delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera. La mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio. Y escuché una voz potente que resonó en el cielo:
“Ya llegó la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías”.
                                                                             Palabra de Dios. 


Salmo 44

R.- ¡De pie a tu derecha está la Reina, enjoyada con oro de Ofir!.

- Una hija de reyes está de pie a tu derecha: es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir. R.-
-¡Escucha, hija mía, mira y presta atención! Olvida tu pueblo y tu casa paterna; y el rey se prendará de tu hermosura. Él es tu Señor: inclínate ante él. R.-
Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían; con gozo y alegría entran al palacio real. R.

Dios “todo lo sometió bajo sus pies”

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 20-27a
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección. En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos; luego aquellos que estén unidos a él en el momento de su venida. En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios Padre, después de haber aniquilado todo principado, dominio y poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte, ya que Dios “todo lo sometió bajo sus pies”.                                                                          Palabra de Dios. 

¡Bendito es el fruto de tu vientre!

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39, 56
Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quien soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz tú por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡Su nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre". María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
                                                                     Palabra del Señor. 

EL “SUEÑO DE MARÍA”
La fiesta de la Asunción de María al cielo, como dogma, es reciente, de 1950. Pero la fiesta de hoy tiene sus raíces en los primeros siglos de la Iglesia. En Oriente, se la llamaba "Dormitio Virginis", el "sueño de la Virgen". Una antigua leyenda narra que cuando María, ya anciana, estaba por terminar sus días, los ángeles les avisaron a los apóstoles, los cuales se reunieron en torno al lecho de la madre de Jesús.
De esta manera, se recomponía, en cierto modo, la escena del día de Pentecostés, cuando, en el Cenáculo, todos ellos perseveraban en oración con María. Pasados muchos años desde aquel día, se reunieron nuevamente y le contaron las maravillas que el Señor había cumplido a través de su predicación. El milagro de Pentecostés no había finalizado aquella vez en Jerusalén: ahora había miles de comunidades cristianas nacidas a partir de las palabras de los apóstoles. La pequeña semilla del evangelio era ya un frondoso árbol.
Apenas los apóstoles terminaron de narrar las maravillas que el Señor había obrado, María se durmió.
El icono que describe la fiesta de hoy, en Oriente, coloca a Jesús en el centro, que tiene en sus brazos a una niña, María, la pequeña del Reino de Dios, que es conducida por el Señor al cielo. Así acaba el viaje que María inició, después del anuncio del Ángel, hacia un pueblo de la montaña de Judá, para ir a ver a su prima Isabel, llevando a Jesús en su seno.
Hoy, la vemos subir a la montaña del cielo. La humilde sierva del Señor, que todo conservaba en su corazón, revestida de sol. Ella, que fue la primera en recibir la palabra de Dios, es también la primera en entrar en el Reino de los cielos en cuerpo y alma. De este modo, se realizó la profecía del magníficat:
Dios derriba del trono a los poderosos y ensalza a los humildes.

jueves, 7 de agosto de 2008

Domingo XIX del Tiempo Ordinario -A-


Lectura del libro primero de los Reyes 9a. 11-13a.
En aquellos días, cuando Elías llegó al Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo: “Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va a pasar!”.
Vino un huracán tan violento que hacía temblar las montañas y hacía trizas la peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se quedó de pie a la entrada de la cueva.
                                                                           Palabra de Dios. 


Salmo 84
R.- Muéstranos, señor, tu misericordia y danos tu salvación.


Voy a escuchar lo que dice el Señor: Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos. La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. R.-
La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. R.-
El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. R.-

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 9, 1-5

Hermanos: Les hablo con toda verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un excluido de la compañía de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.
                                                                            Palabra de Dios. 

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 22-33

En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús ordenó a sus discípulos que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario.
De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida:
“¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”.
Pedro le contestó:
“Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua”.
Él le dijo:
“Ven”.
Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
“Señor, sálvame”.
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
“¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?”.
En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo:
“Verdaderamente eres Hijo de Dios”.
                                                                     Palabra del Señor. 

¡SEÑOR, SALVAME!

La fe en Jesús se apoya en su propia persona, en su palabra, no en hechos extraordinarios. Hoy, Jesús nos dice: “¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”. Hoy como ayer, la presencia y la palabra de Jesús comunica confianza y seguridad.
Un mensaje muy actual. Abundan las "ofertas" de los más variados movimientos "pseudo-religiosos". Hay para todos los gustos, incluso los más extravagantes y peligrosos. “El mercado" es prometedor: son muchos los espíritus confundidos -cuando no enfermizos- que sólo buscan lo extraordinario, lo esotérico, lo maravilloso y milagrero para creer en "algo", para “cogerse" de algo.
Durante la tempestad, la figura de Jesús aparece borrosa: “es un fantasma", dijeron. En las borrascas de la vida, el dolor, la confusión, el miedo, deforman la visión y arrancan gritos de desesperación. Atrapados en la desesperación no se logra escuchar la palabra que da la paz.
Pedro se deja fascinar por el atractivo de caminar sobre las aguas. También el cayó en la trampa de apoyarse en lo "extraordinario", en lo espectacular, y no en la palabra de Jesús que le habrá dicho: "¡Ven!". En pocos instantes, pasará del entusiasmo a la duda; como a nosotros, la "violencia del viento" (los problemas, el sufrimiento, las tentaciones de la vida) lo frena y lo hace tambalear. Sin embargo, Pedro pasó de la duda a la confianza. Vio que se hundía y "grito", llamó a Jesús: "Señor, sálvame".
Incorporemos a nuestra oración cotidiana esta sencilla y profundísima invocación. Es una aclamación de alabanza a Jesús, cuyo poder salvador se reconoce. Es una súplica humilde, ya que reconocemos nuestra fragilidad, nuestra inconstancia, nuestra impotencia para afrontar solos los tormentos de la vida. Jesús no deja que Pedro se hunda: "le tendió la mano y lo sostuvo".

  CELEBRAMOS LA NAVIDAD EN NUESTRA INSTITUCIÓN EDUCATIVA   I.                      DATOS INFORMATIVOS:   1.1. INSTITUCION EDUCATI...